67. Aliento contenido Calamanda Nevado
Era mediodía, cuando el sol quema más, una familia numerosa pescaba con los pies a remojo en el cauce bajo del rio. Con juegos y risas desproporcionadas, observaban aquel campo con los ojos entornados. El prado amarillo y verde parecía azul, y era solo para ellos y sus árboles. A lo lejos se acercaba la tormenta y las nubes se rajaban de abajo a arriba; ascendiendo.
Los aromas y colores todo lo colmaban; aun así, la sombra de las ramas se quejaba al afluente por el próximo temporal y el nauseabundo olor a tierra húmeda. A las aguas de aquel exótico barranco les preocupaba la mano negra del rayo; las haría perder la mansedumbre de sus espejos y el esplendoroso reflejo del pinar verde; incluso alterarían su color y sabor las blandas cortezas quemadas.
De pronto el espantoso ruido seco del trueno conmovió a todos haciéndoles volver a la realidad. La corriente del agua los lamia con su larga lengua sin dudarlo, dándoles fuertes patadas en la espalda bajo infinitas nubes grisáceas.
Desde entonces la madre ve llover con los ojos muy abiertos y los labios prietos, y se asoma al cielo intentando desplegar unas alas invisibles, y una nana.
Personas identificadas con un paisaje, que pierde su carácter casi idílico de la mano de una terrible tormenta, que, si he interpretado bien, no solo ennegrece un entorno ideal, sino que arrastra con su ímpetu, de la mano de la crecida de un río, a algunos miembros de una familia. Cada vez que aparezca la lluvia, esa madre, de forma inevitable, sentirá el golpe anímico de la ausencia y las ganas de enviar un mensaje remoto a quienes más quiere y perdió.
Un abrazo, Calamanda. Suerte
Ángel y J u a n; gracias; qué comentarios tan acertados, bonitos y agradables. Abrazos
Jo, me has puesto los pelos de punta, ¡pero cómo me ha gustado!!!!
Qué preciosos paralelismos.
Qué imágenes tan vivas (…y muertas)
Me ha encantado, Calamanda.
Un abrazo grande para ti.
Amparo, gracias. tu historia me ha parecido increiblemente bien contada. Abrazos
Se fusionan los personajes con el paisaje, idílico en un principio y trágico a partir de la tormenta. La lluvia siempre devolverá a la madre los recuerdos de aquel día en el que perecieron los suyos.
Muy poético, Calamanda. Suerte y un abrazo.
Hola, Calamanda, bonita. Es un relato bellísimo, con el lenguaje poético y las figuras literarias a que nos tienes acostumbrados. Pero ahora, con el juego de la madre naturaleza y el papel de esta familia que pasa de la risa al llanto en lo que tarda en tronar, has añadido elementos que lo convierten en un texto lleno de magnetismo y matices la mar de atractivos. Como tú me dijiste, yo te digo: te ha quedado fenomenal. Muy lindo, de verdad. Pese al componente trágico. Enhorabuena y mucha suerte, guapetona.
Muchos besitos.
Carmen, María José, gracias por vuestro precioso comentario. Es un placer leer vuestros exitos tanto en estos relatos como en otras ocasiones. Abrazos
La poesía idílica rompe con el fragor del trueno para dar paso a la desventura de esa madre que pierde el consuelo cuando el cielo llora con ella.
Hermoso y triste relato Calamanda.
Un abrazo y suerte.
Así era el río en el que yo me bañaba en los veranos antiguos. Y si había tormenta bajábamos a bañarnos, porque el agua estaba más calentita, mejor. Tú has hecho que el río me azote, y eso nunca me pasó. He vivido algo que no viví entonces. Mira por donde.
Un lenguaje muy cuidado y unas imágenes potentes. El drama se va asomando a tu relato y podemos sentir la angustia de esa madre que ha visto arrebatada su felicidad.
Suerte y abrazo.
Poética la «parte dulce» y poetica la «parte amarga» con ambas has conseguido ponerme los pelos de punta.
Excelente historia.
Un abrazo, calamanda.
Pues nada, yo también me sumo a los comentarios positivos que te han hecho los compañeros. Suerte, Calamanda. Un abrazo.
Moli, Íñigo, Anna, Rosy y Jesús; gracias por acompañar esta historia con vuestros amables comentarios. Abrazos