13. Alimañas (Susana Revuelta)
Aunque cada día me esmeraba en cambiar las sábanas de hilo empapadas en sudor y limpiar sus llagas purulentas, nunca abría las ventanas. Así conseguía que las visitas que recibía sir Cedric fueran breves: ninguno de aquellos parientes lejanos soportaba el pestazo más de unos minutos. Cuando aparecían los sobrinos, enseguida les desenmascaraba y le susurraba al anciano: «unos buitres con corbata acechan tras la pueeerta, dos hienas con lazos de organdí merodean impacieeentes…», y sus alaridos les espantaban del todo. Si venía la enfermera a pincharle, le atemorizaba con vampiros y sanguijuelas. Vamos, lo que se me iba ocurriendo. Tan solo conmigo se sentía en paz. «¡Mi adorada Henriette, esposa mía!», deliraba mientras le enjugaba el sudor de la frente. Sir Cedric no se había casado nunca, pero no quise quitarle la ilusión.
Una noche, después de darle su tisana, le propuse hacer las maletas y alejarnos de aquella jauría. Sin mucho esfuerzo le sonsaqué la combinación de la caja fuerte que, fisgoneando, había descubierto detrás del aparador. A la mañana siguiente, el viejo no respiraba. Recoloqué el cojín de damasco en la butaca de orejas y me senté a esperar sin prisa la llegada del doctor.
Así que alimañas, ¿eh? En cualquier sitio te las encuentras preparándote una infusión… Muy bueno, Susana.
Un saludo
JM
Sí, sí, y vete a saber si la infusión no llevaba unas gotitas de algún mejunjillo extraño…
Un abrazo.
De verdad que no hay cómo quitarse a esos parásitos que pululan alrededor de los pocos cuartos que el condenado ha ahorrado. Y el idiota se deja llevar por la voz que le dice lo que él quiere oír.
¡Cuántas veces se repite esta historia!
Felicidades Susana. Un abrazo.
Toda la razón tienes, Virtudes, pero la locura es lo que tiene, que deforma la realidad. Y más si te manipula hábilmente una víbora como esta Henriette.
Un abrazo.
Me ha gustado la historia; la conocía bien, y la encuentro muy real. Tengo una pregunta: ¿porqué el título va en singular?
El título va en plural, Daniel, o ¿a qué te refieres que se me ha escapado?
Susana, muy buena historia de alimañas… si es que no te puedes fiar de nadie y menos de quien te susurra con voz dulce cosas bellas al oido.
Un abrazo
Es un tema a la orden del día y todos lo hemos visto o vivido. O conocemos a alguien que le ha pasado que le coman la oreja y los ahorros.
Un abrazo.
Qué mala eres. Uy qué mala, qué calculadora, qué despiadada. Pues ala, que es un buen guion para una película de miedo.
Qué cosas te pasan por la cabeza, con lo buena persona que tú eres.
Un beso.
Está muy bien relatado.
Jaja, Jesús, que sí que soy buena persona. Pero no confundas nunca en un relato al autor con el narrador. Este salió de un borrador de un taller donde a uno le consumía la fiebre y deliraba. Fue meter a la criada interesada y ¡voilá! Pero yo, mera observadora.
Un abrazo, y ¡feliz cumple, guapo!
He podido ver a Henriette ahuecando el cojín. Esperando tranquilamente, sin remordimientos…
Me ha gustado, Susana.
Abrazos.
Y en cuanto el médico certificara la muerte del anciano, la tía salir por la puerta principal con cara compungida y con el botín en la maleta. No se lo montó mal, no, pero si no se lo llevaba ella, se lo quedaban los sobrinos interesados, que solo venían de visita. A ver.
Un abrazo.
Hola, Susana.
La dulce Henriette dejó caer su máscara… ¡Qué perversa!
Tu micro vuelve a demostrar, una vez más, que las mosquitas muertas jo*** a las despiertas.
Un abrazo y enhorabuena.
Un pariente forrado y solterón a punto de palmarla invita a que vengan a verle todos sus sobrinos con las máscaras. Sin olvidar a la criada, que supo aprovechar la situación mejor.
Un abrazo.
Me encanta tu galería de chicas malas: la niña traviesa, la bruja chapucera y ahora esta criada inglesa. Pero las verdaderas alimañas son los otros ¿no?
Alimañas tooodos, Paloma, todos. Parece que tengo en casa dos galerías: la de los dinos de colorines de «papel y tijera» y todos estos energúmenos que se me cuelan en los relatos.
Un abrazo.
Menuda lagarta esta asfixiaviejos. Seguro que, además, todo le salió redondo. Muy interesante, Susana. Un abrazo
Gracias, Juana, me gusta que le pongas ese calificativo, que le va como anillo al dedo. Menuda pájara la tía.
Un abrazo.
Muy bueno. En el fondo, de entre todas las alimañas, ella fue la vencedora. Nada se le puede reprochar pues de seguro que el moribundo tampoco fue trigo limpio en su vida. Saludos
Hombre, David, no seas así, que me contaminas al único personaje que dejé libre de sospecha. Igual era explorador o fotógrafo o investigador y contrajo unas fiebres en otro continente. Déjame al viejo tranquilo, jaja.
Un abrazo.
Una mujer muy fría la de este personaje. Un relato muy bien llevado, suerte.
Suerte.
Fría y calculadora, como se suele decir. Y seguro que repite con otro enfermo, por el afán de acumular. Seguro que no sabe ni qué hacer con la pasta y es de las que se mueren en la indigencia. Esto da para otro micro.
Un abrazo.
No quisiera yo encontrarme a esta «cuidadora», aunque lo de espantarle a las sanguijuelas que sólo buscaban heredar estuvo bien. Buen ritmo, personajes creíbles y humor negro debajo de esa frialdad calculada. Un saludo.
Tiene esas dos lecturas, sin duda. El pobre hombre, moribundo y enajenado, no tenía capacidad de elegir. En un relato más largo podría caber un mayordomo, un albacea… ¡No, mejor no! Más ladillas no.
Un abrazo.
Susana, el del anterior comentario «firmado» por los cuatro31 soy yo. No sé porqué ha salido el correo electrónico, cosas de la técnica. Ahora ya aparece mi nombre. Disculpa. Saludos
Disculpado, loscuatro31. Me ha pasado alguna vez.
Vaya estómago tiene la Henriette, aguantando los pestazos y las llagas purulentas. Me pregunto a que dedicará el contenido de la caja fuerte…por lo menos a un buen balneario que la limpie por fuera y por dentro de lo nauseabundo de su ser.
Un abrazo, Susana.
La gentuza de esta calaña, Amelie, no para nunca. Yo creo más bien que se fue con buenas referencias de ese chateau y entró recomendada a otro sitio a seguir cuidando enfermos. Como esas psicópatas en serie.
A saber.
Un abarzo.
Susana, tu historia, bien contada, contiene tintes cinematograficos, y mistero al más puro estilo de Agatha Crhisti,Suerte y saludos
Muy amable, Calamanda. A mí lo que de verdad me gustaba de pequeña eran las pelis de Hitchcock, cuando nos dejaban verlas.
Un abrazo.
Muy mal está el servicio, Anita, pero la cabrona manipulaba a su gusto en el caserón del viejo. Es una historia conocida y repetida. Los que andan buscando el dinero fácil y huelen donde hay pasta desarrollan unas habilidades para agenciársela que yo flipo.
Un abrazo.
Susana, la susodicha es mala, mala, malísima, me da que no ha sido el primero ni será el último. Esta Henriette hará carrera. Me ha gustado mucho. Abrazos.
Es práctica, ni más ni menos, Salvador. Igual llevaba 30 años sirviendo en la casa y se merecía un premio. O igual no, y era una arpía. Yo, en mi opinión, era una puñetera y una interessada. Pero solo es mi opinión, que yo no intervengo.
¡Que bicho, podió! Aunque desgraciadamente hay personas así o similares, doy fe, que me ha tocado vislumbrarlas. Y es que buscavidas sin alma hay en todas partes y retorcidos malévolos también. Un abrazo.
E incluso peores, te lo aseguro, Eva. A todos los niveles
La indefension de un enfermo y la crueldad de un cuidador. Se respira la insalubridad dentro y fuera de la habitación . Un ambiente macabro para una final de muerte. Mucha suerte.
Un beso
Y creo que, aunque no con tanto teatro, esto viene ocurriendo desde siempre. La tela es la tela.
Un abrazo, Esther.
Muy bien contado Susana. El pobre infeliz pensaba que los había desenmascarado a todos pero le faltaba la loba con piel de cordero.
Suerte para este mes.
La bruja se tomó su tiempo. Y aprovechó todas las situaciones para cercar al viejo a donde ella quería. Parece que lo consiguió. Me imagino que después de que el doctor certificara la muerte, suspiraría profundamente y apartando una lagrimita de lo más falsa, abandonaría el chateau con la desvencijada maleta llena de billetes y joyas.
Título perfecto. Un buen desfile de alimañas el que se pasea por tu relato, y seguramente Henriette no será la peor de todas, sólo la más atrevida o la más práctica. Me ha gustado mucho el detalle de ahuecar el cojín (supongo que el arma del crimen). Suerte y besos.
Sí, llevaba ventaja porque era la que manipulaba día tras día al pobre demente.
Un abrazo, Ana.
Lo que hace la ambición. Dices sin decir y lo dejas abierto a la interpretación. El arma ese cojín que ahueca tras el crimen. Alimañas verdaderas.
Un comentario de lujo, pues era justo esta la intención del micro. Espero lograrlo en los siguientes meses.
Un abrazo, Andrea.
Siempre hay otra especie de buitre que vuela más alto ¿no?
Garrapatas y ladillas igual hacen más daño, que no se dejen ver llegar. Parásitos en la sociedad hay tantos que hasta la Rae nos ilumina con muchos ejemplos. Y el telediario, más.
Abrazo, Miguel Ängel.
Magnífico trampantojo para el lector, que no espera que entre las alimañas esté la sacrificada Henriette, aunque al final sus intereses puedan sospecharse espúreos. Y estupendo detalle final, el del cojín. Así somos los humanos, con o sin máscara.
Enhorabuena, como es habitual.
Saludos.
Sí, la pobre mujer abnegada, ahuyentando a esas víboras y esperando su ocasión. Que por cierto, la aprovechó muy bien. Yo al principio pensé que solo se iba a llevar los cubiertos de plata, ya ves tú dónde nos llevan los personajes.
Abrazo, Eduardo.
Qué bien descrita esa jauría de lobos hambrientos. La faceta humana más cruel. Un saludo
Cruel y al mismo tiempo real. Quizá este micro venga de tanto oir movidas familiares en torno a herencias (puede ser pisos y millones, o solo 400 euros en la cuenta). Aunque el tema da para más relatos, sin duda.
Abrazo, Concha.
Menuda estratega que es Henriette y además le sale bien.
Cuántos casos ha de haber por estos mundos como éste.
Me ha gustado mucho
Un saludo
La pobre Henriette, de jovencita, soñaba con matricularse en una escuela de costura y diseñar vestidos de princesa y todo. Pero se la trajeron engañada del pueblo y de golpe y porrazo se encontró de criada, que no era precisamente su sueño juvenil.
Para que la entiendas mejor, a la pobre. Eso sí, luego se avinagró.
Abrazo, María Elena.
Ozu, ozu Susana, aya manera de llegar a apoderarse de todo. Me ha gustado mucho, nos llevas al final con ganas. Enhorabuena y suerte.
Besicos muchos.
Buena pájara esta asistenta, se lo montó bien y nadie la vio venir (yo sí, jaja).
Abrazo Nani.
Esta historia si que es real, cuantos hacendados han muerto rodeados de parientes que se disputaban la herencia, y al final se la lleva la «última» que ha llegado.
Abrazos.
Como la vida misma. Mira, hoy venía en la prensa una enfermera que cuidaba a un político octogenario, polaco creo que era. Y ahora se ha enamorado de ella y no deja que la despidan. Claro, tú mira la escenita en que les pillaron: la tía, muchísimo más joven que su mujer, con la cabeza metida debajo de las sábanas… ¡Como para dejarla escapar, no compares!
Abrazo, Asun.
Tiene cojines la tal Henriette, ante los chupópteros de la familia, prefiero la chupóptera, que bien se gana el jornal.
Susana me ha encantado y he recordado la serie en blanco y negro de «historias para no dormir» de Chicho Ibáñez Serrador, bien ambientada y dejando ese final, colocando el cojín de damasco.
Un beso
A mí también me encantaban las pelis esas de miedo, cuando me dejaban verlas. Gracias, Alejandro, otro beso para ti.
Título perfecto para describir esa galería de personajes que se mueven al olor de la carroña. Y siempre hay algún vencedor… el más listo, el más hábil, el más atrevido…, y tu protagonista femenina lo tiene todo. Otro de tus personajes malos malísimos que tan bien sabes pergeñar. Y un acierto mencionar el cojín justo después de que el viejo dejase de respirar.
Suerte y saludos.
A escala más cotidiana, lo de conseguir los deseos a través de la manipulación es algo que veo hacer a los bebés desde la cuna. Luego ya nos vamos sofisticando y algunos llegan así de lejos. Los hay incluso que lo hacen dentro de la legalidad: se ponen el guante blanco, ahogan a sus víctimas, vuelan en su avión privado a Suiza y abren una cuenta en un banco (ver noticieros diarios).
Abrazo, Rafa.
…y luego, por hartazgo con la vida misma, dimiten mañana, que no es poco…
De verdad, de verdad, Susana , que estaba leyéndolo y me estaba tapando la nariz, imaginando el «pestazo». Vaya con la enfermera, menuda máscara llevaba.
Me ha parecido muy original el enfoque que le has dado al tema. Me gusta también mucho que lo hayas escrito en primera persona, sobretodo porque en este caso la protagonista es la que finge ser lo que no es, y de este modo consigues que veamos la historia desde la óptica de la auténtica «alimaña» del cuento.
Suerte y saludos,
Opino como tú en cuanto a la primera persona. Hay historias que las tiene que contar de primera mano el actuario para hacerlas creíbles, y esta es una de ellas.
Abrazo, Anna.
Susana, hay que tener mucho arte para contar con tanta ironía y elegancia una historia así. Me ha encantado la forma en que manipula al anciano para quedarse con todo, y ese final redondo, la forma en que coloca el cojín de nuevo. Chapeau!
Un abrazo microlunático
El truco en este caso es meterse en la cabeza de la cuidadora y dejarse guiar por el tesoro.
¡Mucha suerte, Tíndaro, en la final entc 2013!
Título perfecto para describir cierta alimañas que acuden al olor de la herencia. Y muy buen final, l «tipa» es de cuidado.
Suerte
Besitos