71. Allá donde fueres, haz lo que vieres.
El calor era insoportable. Cuarenta kilómetros desde la última parada y a pesar de llevar las ventanillas abiertas, resultaba difícil aguantar la temperatura. Volví a dar un trago a la botella de agua y sin esperarlo, un repentino olor a mar llegó a mi olfato; pocos minutos después divisé las olas. Paré el coche, bajé de él, y me conduje hasta la arena, sobre ella una multitud de personas parecía tomar el sol y …sin ropa alguna. Deduje que era una playa nudista pero no iba a dejar pasar el privilegio de darme un buen chapuzón por pudor , así que me despojé de todo lo que llevaba encima y me fui al agua directamente bajo la mirada extraña de cuantos estaban allí.
Salí ya refrescado y antes de tumbarme en la arena un hombre se dirigió a mí gritándome.
_¡Eh oiga! ¿Quién le dijo que podía meterse en el agua? Recoja en aquella mesa el sobre de su paga y abandone el lugar por favor.
Ahora, cuando mis amigos proponen ir al cine, siempre elijo yo la película.
No hay que ir a lo loco por ahí, luego pasan cosas como la de tu protagonista.
Muy chulo tu relato.
Un abrazo
Los refranes siempre encierran sabiduría, pero no son una regla de estricto cumplimiento en todas y cada una de las situaciones. Puede haber cosas que se nos escapan, a nosotros y a los refranes. Hay que tratar de tener en cuenta todas las circunstancias si no se quiere que le suceda lo que a tu protagonista, que en un intento de no desentonar logró todo lo contrario, con gran vergüenza por su parte, además.
Un abrazo y suerte, Begoña