102. Amor profundo
Hoy empiezan las vacaciones. Se va al pueblo, con Marisa, su prima. Mientras esperan a que su padre cargue el coche piensa en lo que le va a decir, cómo le va a declarar su amor. Se sientan juntos en el asiento trasero. Marisa huele a espliego, o a jazmín, o a lavanda. No lo sabe bien, pero no importa. Es un aroma embriagador que le hace sentir un amor tan profundo como los valles poblados de pinos del pueblo. Marisa mira por la ventanilla. Él roza suavemente su mano. Ella le mira y sonríe. Y él ya la imagina paseando por los caminos hasta llegar al río, los dos en bicicleta. El revoloteo de su faldita entre las piernas, la curva de su espalda. El baño, el sol sobre la piel, el concierto veraniego de las cigarras. Se acerca hasta ella y aspira el aroma de su melena. Cierra los ojos.
Lo último que recuerda es un chirrido, un frenazo brusco y el vuelo de su bicicleta nueva en lo que tenía que haber sido un precioso atardecer.
Elena, con lo bien que iba todo. Me había metido en la piel de muchacho y me has dado un golpetazo.
Está muy bien, abrazos.
Gracias Javier.
Ya veremos, pero gracias por comentar
Un abrazo
Elena, bellas descripciones de sus sentimientos y tremendo final. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda, es lo que salió al final.
Suerte también para ti.
Un abrazo
Hola Ana.
Me gustan muchos tus comentarios. Estoy de acuerdo contigo en lo del título, es de eterno problema: el dichoso título. Sé que no es el mejor pero una vez que había enviado el relato ya no había forma de cambiarlo. Le hubiera ido mejor, como has sugerido, «amor eterno»
En cuanto al final, sí, pretendía una ruptura del relato. Y no siempre son buenos los final abruptos, pero es lo que hice.
Gracias de nuevos por tus comentarios. Las críticas así son muy clarificadora.
Un abrazo y suerte
Ana, prefiero que me digan las cosas como las piensan. Tienes toda la razón con el título. Me cuesta tanto poner uno que suelo cometer estas torpezas.
Gracias de nuevo, de verdad. Un abrazo
Elena, ya decía yo que el relato iba demasiado suave, que no se moría nadie. Todo transcurría muy dulce. Este texto te vale casi para dos propuestas, la de julio-agosto y septiembre-octubre.
Me alegro de leerte de nuevo.