61. Anclado en el tiempo (Blanca Oteiza)
Tras varias horas de viaje, nos emocionó el momento en el que comenzamos a ver la muralla. Llegábamos a Ávila sin reserva previa. Unos años atrás, en mi niñez, nos hospedamos mis padres, mi hermana y yo en un hostal muy céntrico y lo recordaba con cierta nostalgia. Así que intenté guiar a mi marido hasta el alojamiento. “Aquí, aquí es.” le dije entusiasmada cuando lo vi frente a la Puerta del Alcázar, en la trasera de la Catedral. Tras un rato buscando aparcamiento, llegamos a la valla que rodea el inmueble. Seguía teniendo una pequeña zona verde a la entrada, aunque el bucólico recuerdo de mi infancia de un hermoso jardín florido se desvaneció, pues lo encontré algo abandonado y grisáceo. Entramos en el establecimiento y nos recibió una mujer mayor, de pelo canoso y delantal sobre el vestido, seguramente fuera la misma que años antes cuando estuve con mi familia. Nos acompañó a la habitación donde nos acomodamos. Tumbada sobre la cama observé que el mobiliario, el papel pintado de las paredes, incluso los azulejos y sanitarios del baño eran los mismos que dos décadas previas. Estaba limpio, pero parecía anclado en el tiempo.
Los recuerdos son vivencias que permanecen en nosotros pero que con el tiempo vamos modificando sin darnos cuenta, a veces los idealizamos, como le sucede a este personaje. A pesar de encontrarse en un entorno «anclado en el tiempo», las sensaciones ya no son las mismas. A todos nos ha sucedido algo similar alguna vez. Me pongo como ejemplo: Me tocó hacer el servicio militar (uno va teniendo una edad) en Tenerife. No volví hasta muchos años después, con mi mujer y mis hijos, y la isla que contemplé por segunda vez (que me pareció maravillosa, porque lo es) no tenía nada que ver con la primera. Igual me ha sucedido con películas de Bruce Lee, que en mi juventud me encantaban, pero que, una de dos, o les ha sentado muy mal el paso de los años, o yo he cambiado mucho.
Un relato que nos invita a reflexionar sobre la estrecha relación entre lugares, vivencias y recuerdos.
Un abrazo, Blanca, y felices fiestas (lo pongo con minúscula, porque no sé si estamos para celebrar demasiado y de forma plena)
Suerte
Muchas gracias Ángel por tus palabras. Como dices, a todos nos ha pasado que cuando vuelves a un lugar, relees un libro o vuelves a ver una película que hace años de la primera vez, esa imagen idealizada del recuerdo desaparece.
Felices fiestas navideñas a ti y tu familia también.
Un abrazo
Hay lugares a los que sería mejor no volver y seguir recordándolos como eran, o como éramos. Sin embargo, la necesidad de compartir con otros esos recuerdos que tan felices nos hicieron nos lleva a descubrir realidades no siempre gratas. Un relato sobre el paso del tiempo con el que nos podemos sentir identificados.
Suerte y abrazos,
Muchas gracias Anna por tus palabras. Como dices, a veces es mejor seguir con el idílico recuerdo, pero esa magia que conservamos en nuestra mente nos impulsa a regresar para poder volverla a vivir, sin darnos cuenta que en ese momento precisamente es cuando se pierde.
Un abrazo
Hola, Blanca, has reflejado muy bien esa sensación de decepción que se produce al volver a un lugar que teníamos sublimado en nuestro recuerdo. Yo, como los otros compañeros, también me he sentido identificada con ella. De todas formas, por ofrecer otro punto de vista, decirte que si el lugar estaba atendido por esa señora mayor, que podría ser la misma que conoció la protagonista de niña, y parecía anclado en el tiempo, yo lo veo como una suerte, al menos te hace encontrarte de alguna forma con el pasado. Yo he tenido la experiencia de volver a algún sitio en el que todo ha cambiado tanto, que solo me ha generado desencanto. Bueno, un micro que me ha recordado aquello que se atribuye a Heráclito: «Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos».
Te deseo lo mejor para el 2021, Blanca. Besos desde Pamplona
Muchas gracias Juana,
Cuando regresamos a un lugar idealizado por el recuerdo, pueden suceder dos cosas: que sigan más o menos igual, pero los ojos que lo miran ya no sean los mismos (de niño pasas a adulto por ejemplo), o como dices, que ese lugar haya cambiado tanto que sea irreconocible. Y eso suele dar mucha pena, porque compruebas que ya no volverá. A mí me han pasado ambas muchas veces, y en el fondo es el paso de la vida, como bien dices en la cita de Heráclito.
Los mejores deseos para el 2021 también para tí.
Me ha gustado mucho tu texto y el título lo completa perfectamente, enhorabuena
Un abrazo
Muchas gracias Javier. Me alegra que te guste mi texto.
Un abrazo
Una experiencia agridulce para la protagonista, que seguramente esperaba revivir las sensaciones de su niñez, sin esperar encontrar así, anclado en el tiempo, al hotel que tan idealizado tenía… La pátina del pasado le sentará bien a los muebles, pero no a todos los ojos…
Muy buen micro, Blanca, me gustó.
Cariños,
Mariángeles
Muchas gracias Mariángeles por tus palabras.
Un fuerte abrazo