111. Angora
Lo encontré una noche de cielo lóbrego. Desvalido, famélico, magullado, herido, indefenso, solo, perdido y probablemente, abandonado.
Con aquellos zalameros ojos azules y su pelaje hecho jirones, comenzó a acurrucarse entre mis piernas, a enmarañarme en sus deseos, a embaucarme con sus ronroneos. Me dejé seducir y no por lástima, sino porque probablemente necesitaba sus caricias más que él.
Me lo llevé a casa. Cicatricé sus heridas, le di todo lo que pude o supe darle, hasta que su aspecto mejoró, hasta que se sintió fuerte.
Ahora las cosas han cambiado. Me ha enseñado sus garras, sus afilados dientes y ahora soy yo la que se siente magullada, indefensa y perdida
Mi gato es un tirano, un déspota, pero ya no me duelen sus heridas, lo que realmente me lastima es que cada vez se parece más a ti.
Me encanta ese giro que da la historia, alejándola del previsible final feliz. Me deja como poso la sensación de una responsabilidad compartida en el fracaso de algunas relaciones.
¡Suerte!
Gracias, Nieves.
Sin duda la clave del relato es el giro final. Si ha resultado imprevisible, me siento bien. Esa era mi idea.
Hola, Raquel.
Lo primero la forma: muy bien ajustadas las palabras a la peripecia. Quitaría la tilde de «sólo» en la segunda línea. El fondo; La falta de agradecimiento de algunos animales, sobre todo de los que caminan con piernas. Ocultas magníficamente la historia b, que consigues con ese final redondo que nos imaginemos. Ese «se parece más a ti» es como un dedo acusador que nos estuviese señalando a cualquiera, poniéndonos en cautela para no incurrir en una conducta semejante: ser desagradecidos. Me ha encantado tu texto. Besos.
¡Vaya tela! Te has lucido Raquel. Un microrrelato redondo, en mi opinión. Intenso, fluido y con giro final inesperado, un diez por mi parte.
Suerte
Buenísimo, Raquel. Me gusta como reflejas el tema. Como si el rol de la mujer la colocase siempre en el papel de víctima, hasta con el gatito que acaba «pareciéndose a ti». Felicidades por el micro.
Coincido con los anteriores comentarios, pero también me haces pensar en por qué la protagonista no da la impresión de que sea capaz de desprenderse con facilidad de aquel que la tiraniza. Y eso que debe ser más sencillo mandar a paseo a un animal de cuatro patas que a otro de dos. Enhorabuena, Raquel. Suerte y saludos.
Acogemos a alguien en nuestra vida, tanto esa persona como nosotros estamos igual de necesitados de compañía y afecto, pero al final quien vino con la mejor tarjeta de presentación se convierte en un monstruo destructor. Hemos permitido que en nuestra fortaleza se introduzca un caballo de Troya, que tras una apariencia atrayente, con forma de regalo que nos es concedido, corroe, y de qué manera, por dentro.
Un relato lleno de fuerza con un paralelismo impecablemente trazado y gramaticalmente valiente, con esa cantidad de adjetivos tan bien puestos, por más que algunos puristas repitan que están mal vistos.
Un abrazo, Raquel. Suerte
Ese gato es mucho más que un gato. Es el retrato de alguien a quien ella amó.
Muy conseguido el giro final para rematar la historia.
Mucha suerte
Besito virtual, Raquel
Raquel, parece que la protagonista esta algo pillada por ese malote. Buena historia. Suerte y saludos
El amor, con amor se paga. Esto es algo que ni este gato, ni el otro «zorro» aparentemente lograron llegar a entender nunca.
Mucha suerte Raquel
Besitos.
Me gusta mucho esa evolución del relato y ese final, en el que entra en juego una tercera persona, me parece excelente. Ese «ti» último le da un giro radical al micro y nos saca completamente de la historia del gato que, como se ve, no era la más importante.
Para mí, de diez. Veremos que dicen los jueces. Suerte!
🙂