61. Anhelado reencuentro (Alberto BF)
Sagrario ha amanecido nerviosa. Toda una vida esperando este momento.
No se podía quejar de la manera en que le trató el destino, sería injusta si lo hiciera. Su difunto marido Ambrosio fue el mejor compañero que jamás pudo tener. Aparte de hacerle sentir mejor persona, le dio los tres regalos que colman su existencia: Virtudes, Alfonso y Andrés. Y esa bendición de nietos que le alegran cada fin de semana que vienen a verla.
Bien merecieron la pena aquellos años complicados, cuando llegaron a Madrid procedentes de su Ledanca natal. Pese a alguna penuria inicial, lograron formar una familia feliz.
Pero cada noche, desde niña, le despierta el salado sabor de las lágrimas. La imagen de su padre, despidiéndose de rodillas en un camión que se aleja, no se le borra de la mente. Todos los días, al amanecer, abre el cajón de la mesilla y acaricia su ajada foto.
Hoy, ocho décadas después, volverá a verle. Encontraron sus restos frente al molino, junto a los de otros mozos del pueblo. Su hermana Alicia, que ya ha llegado, dice que le ve más guapo que nunca.
“Acelera, Andrés, hoy conocerás al abuelo”, musita feliz acercando su foto al corazón.
Hay quien dice que remover el pasado no conduce a ningún sitio, solo a perder el tiempo que precisan el presente y el futuro, o para renovar viejas rencillas que inmovilizan, pero las heridas abiertas deben cerrarse, de ahí la alegría de esta anciana por conocer el último lugar en el que su padre, durante tantos años desaparecido, terminó sus días; por volver a encontrarse con él, aunque solo queden sus restos, el recuerdo y el deseo del reencuentro llenan todo.
Hay que decir que trata de una alegría agridulce en todo caso. Él y otros fueron víctimas de una represión salvaje y siempre absurda, viniera del bando que viniera, pero al menos se ha cerrado un círculo.
Un saludo y suerte, Alberto
La alegría del reencuentro con aquel que, como otros muchos, alguien dejó enterrado junto al molino o en una cuneta. La felicidad por cerrar un círculo de la historia que permanecía oculto en la memoria. Una forma preciosa de presentar esa tremenda verdad, que durante tantos años permaneció oculta bajo la vergüenza, para devolvérsela a sus familias. Me ha encantado, Alberto. Suerte, abrazos y felices fiestas.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel, y disculpa que responda tan tarde.
¡Un saludo!
Muchas gracias, Rafael.
Me alegra que te gustara el relato, y disculpa haberte leído tan tarde.
¡Un abrazo!