13. ANTES DEL DISCURSO (IsidroMoreno)
Saludo ante cientos de focos y cámaras. Hoy me entregan el premio Nobel en Medicina. Sonrío, pero no saben que estoy aquí por una serie de despistes que marcaron mi vida.
Mi milagrosa molécula la descubrí por descuido del becario, que confundió un reactivo con un bote de insecticida para moscas olvidado por mi esposa. Quizá estaba allí “por si las moscas”.
Me equivoqué de sala en un congreso y allí estaba la mujer de la maleta amarilla, que asistía por petición de una amiga que no pudo acudir. Surgió el amor. Era bióloga y me enseñó muchas cosas.
A la chica de la maleta amarilla la conocí en la estación de autobuses cuando tuve que correr tras ella porque se equivocó y salió con mi maleta. Diluviaba. La alcancé, hicimos el intercambio y tomamos un café. Si no hubiera llovido, estaría soltero.
Mi maleta amarilla la heredé de mi tía abuela que nunca tiraba nada, “por si acaso”.
Aquí estoy, ante gentes que piensan que el conocimiento científico es la base de mi galardón, pero no saben que más obedece a mis múltiples despistes y torpezas.
No sé si hablarles del milagro molecular o del poder de la serendipia.


Una concatenación de circunstancias se unen para hacer que tu protagonista tenga el terreno abonado hacia el triunfo. Todos tenemos algún golpe de fortuna, pero como suele decirse, hay quien nace de pie y parece predestinado a todo lo bueno que pueda sucederle, sin mayor esfuerzo, sin despeinarse. Por contra, también se da lo opuesto, quien nada recibe, sin que importe el empeño que ponga. El poder misterioso de la serendipia y su proceder caprichoso sería más interesante, por decisivo, que una charla erudita sobre ciencia, pero tu personaje se guardará para sí su secreto.
Dos abrazacos y suerte, Isi
Es verdad, Ángel, sin duda la balanza de la suerte siempre cae hacia un lado. Lo mejor es tomar y aprovechar lo del «platillo» de la suerte buena y del otro, aprender u olvidar.
Muchas gracias, querido amigo, por la lectura y acertados comentarios.
Dos abrazacos, como de costumbre.
Cuánta razón: la vida está hecha de casualidades, y estar en el momento adecuado en el sitio oportuno puede marcar tu destino.
Y bueno, para el Nobel, además, hay que estudiar un montón.
Un abrazo y suerte.
Eso pensaba yo, que para el Nobel había que ser estudioso, inteligente y grande, pero viendo lo visto con la candidatura del Nobel de la Paz, yo ya no sé qué pensar. A veces quiero que paren el mundo para bajarme.
Mil gracias por leer y comentar, Rosalía.
Un fuerte abrazo.
Azar tras azar y con la suerte de cara. ¡Qué afortunado tu personaje! Mucha suerte.
Aunque no se cuentan las serendipias negativas del c personaje, sí que las favorables creo que ganaron su particular balanza. Quizá sea alguien que solo se fija en lo positivo.
Muchas gracias, Izaskun por leer y comentar.
Un afectuoso saludo.