96. APARTAMENTO FURTIVO (IsidroMoreno)
Apenas un día antes de su cita clandestina, entró en el minúsculo apartamento, encendió la radio para no sentirse tan solo y sobre un folio blanco, con el alma angustiada, vomitó en nota manuscrita sus sentimientos, pues sería incapaz de expresar ante ella, que el amor de antaño, ahora languidecía y pronto sería una rutina y una ruina para ambos.
Sobre la mesa, quedó depositada la triste carta de despedida, abandonó raudo y sin mirar atrás, aquel apartamento que tantos recuerdos y desatadas pasiones le hacía evocar.
Horas antes de la cita, ella, en la puerta del apartamento, se detuvo al oír música proveniente de una radio. No era capaz de entrar, pero pudo introducir bajo la puerta, una nota manuscrita en la que expresaba su sentimiento de desamor y la imposibilidad de seguir manteniendo una relación de ficticio cariño.
Al día siguiente, una emigrante marroquí empleada de limpieza, al entrar al apartamento, apaga la radio, abre ventanas, recoge y tira a la bolsa de basura dos papeles abigarrados de una escritura completamente desconocida para ella, así como los sentimientos allí vertidos.
Había que dejar el apartamento impoluto para la siguiente ocasión.
Un nido de pasión, quizá también de amor, pero en el que el fuego se ha apagado dejando como muestra las cenizas de unas notas manuscritas que nadie lee, barridas por la empleada como parte de su rutina. La radio es lo único que permanece vivo allí, antes ha ayudado a que el hombre no se sintiera tan solo en el trance de la despedida, y seguro que servirá de banda sonora para futuras parejas, posiblemente tan furtivas como ellos.
Cuando escribes en tono jocoso lo haces genial. Cuando te pones serio, también.
Un abrazo grande, amigo Isidro. Suerte
Efectivamente aquí la radio marcó una sutil barrera, pues impidió que ambos conocieran la decisión del otro, a pesar de ser común a ambos. Quizás siempre llevará cada uno ese sentimiento incómodo de culpa por creer ser el incitador.
Muchas gracias Ángel por tu madrugador y gentil comentario. Un abrazaco enorme.
Un relato lleno de desamor y amor, donde la radio pasa a ser una protagonista indirecta del desenlace del mismo.
A mí me ha gustado mucho, Isidro.
Enhorabuena.
Pablo.
Curiosamente la radio ha sido el «testigo mudo» de la situación siendo que era la única que no estaba en silencio.
Muchas gracias por tu comentario amigo Pablo.
Una historia en la que los dos quedan con el alivio de la ruptura pero al mismo tiempo con el remordimiento del daño ocasionado al otro. Y ninguno sabe que sus despedidas quedan unidas, para siempre, en el proceso de tratamiento de residuos. Relato que ofrece interesantes líneas de reflexión.
¡Bien hecho, ahijado!
Un abrazo.
Efectivamente, ambos desconocen la despedida del otro y el sentimiento de culpa también lo llevarán. Ni la limpiadora supo leer el amargo texto de final inédito.
Muchas gracias padrino por tu comentario.
Un fuerte abrazo.
Una perspectiva muy original en esta historia de desamor y despedida, y has utilizado muy inteligentemente el recurso de la radio, que esta vez sirve para evitar un encuentro que iba a ser muy doloroso. Besos y felicidades, Isidro. Un relato genial.
Gracias Belén. Tú si que eres genial.
Bonito relato de desamor donde ambos quedan aliviados en cierta forma por dejar la nota. A veces es difícil expresar los sentimientos cara a cara con las personas que te importan (aunque ya no las ames).
Un abrazo
Es cierto que a muchas personas les resulta más fácil escribir sus sentimientos que enunciarlos verbalmente. Debe ser porque no es lo mismo un rostro de persona, que el blanco de un folio.
Gracias por tu comentario.
Un abrazo
isidro, bien contado este cuento de destinos e interculturalidad. Suerte y saludos
Muchas gracias Calamanda por tu lectura y comentario.
Saludos.
Despedida manuscrita, triste y a la vez saciadora, donde los objetos y las paredes son testigos, una vez más, del discurrir de historias fantásticas algunas y no tanto las muchas…
Genial Isidro. Un abrazo!
Efectivamente, si los objetos y paredes hablaran! No sólo los gallos cantaría. ¡Hasta las gallinas cantarían!
Muchas gracias Quique por tu comentario.
Un abrazaco.
Un final clandestino de lo más apropiado para una historia clandestina. ¡Ay, con la de amor que debía haber albergado ese apartamento!
Buen relato, Isidro.
Abrazos
Muchas historias clandestinas acaban también teniendo un final clandestino, pero siempre quedarán albergadas en el «baúl de los recuerdos» de alguien.
Un abrazo amigo Carles.
Con la cobardía que da el desamor, la radio ha hecho de cortafuegos de unas miradas de despedida y culpabilidad. Me ha gustado mucho, Isidro. Abrazos.
Una radio olvidada cambió las reacciones y sentimientos de dos ex-amantes.
Me sugiere aquello del «aleteo de una mariposa…»
Muchas gracias por tu comentario, Salvador.
Un abrazo
Una habitación, dos cartas escritas a mano, dos sentimientos contrariados por el uso y el paso del tiempo y una onda musical de fondo para esa solitaria estancia. Romanticismo en tu historia con un final que no es de cuento. Una extraña es la que pudiera ser testigo de esa ruptura si entendiera algo de las lineas escritas.
Me encanta la situación y como nos nos la has sabido transmitir. Un relato que gusta leer a solas y disfrutar de él. Genial Isidro.
Besos y abrazos.
«Cartas escritas, que se rompen después». decía una magnífica canción del siglo pasado, pero que perdurará siempre: «NIGHT IN WHITE SATIN» (la recomiendo)
Muchas gracias M. Belén por tu comentario.
Besos y abrazos.