104. Así habló Zaratustra (Manuel Menéndez)
“Rojo sobre negro, sangre que tiñe el barrizal…”, tarareé las estrofas de Aute mientras contemplaba el cadáver exangüe del anciano de barba blanca. Sus ojos, color mar, contemplaban la eternidad con expresión de infinito cansancio. Estuve tentado de sentir lástima, menudo contrasentido. De todas formas había trabajado para él, aunque hiciera siglos de aquello, así que me quité el sombrero en señal de respeto. Quizás no merecía ese final, se había esforzado mucho para estar en lo más alto, pero cuando todos pierden la fe en tí, estás acabado. La gente confunde la bondad con debilidad, se lo advertí cuando me echó de su lado. Sin embargo prefirió escuchar a su adulador coro de falsos profetas. Pasó mucho tiempo hasta que, al final, todos le abandonaron. Podría decirse que aniquilarle fue algo piadoso, otra divertida paradoja.
Lavé con minuciosidad la sangre que me cubría, me despojé de mis ropas, ya innecesarias, y arranqué el Ferrari. Mientras Angus Young iniciaba el riff que sirve de banda sonora en mi autopista, contemplé satisfecho la imagen del espejo: perpetuamente joven, seductor e inmortal. Y ahora con el mundo entero a mis pies. No es de extrañar que los Stones me tengan simpatía.
Manuel, bueno, cómo juegas con las ideas y las imagenes¡¡¡ Suerte y saludos
Gracias Calamanda, me encanta que te haya gustado ese juego. Un saludo.
Me super encanta Manuel.
Mucha suerte!!??
Gracias Sandra, siempre de negro, ya sabes. Besos.
Me encanta. Un cuento endiabladamente bueno. Suerte.
Pues me alegro, por todos los diablos!!. Saludos!!
Un hombre muestra sus respetos al cadáver de su víctima, al tiempo que explica que le mató por piedad, liberándole de alguna pesada carga. Él también parece revestido de una libertad repentina, algo que demuestra despojándose de la ropa y lanzándose carretera adelante, camino de un futuro abierto.
Cada momento y sensación tiene un acompañamiento musical apropiado, acorde con la musicalidad del propio texto y con la cultura musical del autor.
Un relato con mucha personalidad, para disfrutar con los sentidos a distintos niveles, contagiados de las emociones del protagonista, que hacen que el desconocimiento de los motivos que le han llevado a cometer ese homicidio no tenga mayor importancia.
Un abrazo grande, Manuel. Suerte
Permíteme que te corrija, mi querido Ángel, pero la palabra correcta sería deicidio, más que homicidio, jajaja. Un abrazo, amigo!
En este caso no se salva ni Dios,por algo los Stones le ponían ojitos ?
Me encaaanta, mucha suerte amigo.