34. Aspiraciones por el suelo (Francisco Javier Igarreta)
Un estruendoso portazo lo descabalgó de la polvorienta estantería. Súbitamente arrancado de aquel desvarío de tomo y lomo quedó descoyuntado y a merced del matacabras que se colaba por los desvencijados ventanucos del desván. Con los rasgos de su triste figura desperdigados por el suelo, se escucharon unos gritos lastimeros que, según se le daba a entender, invocaban angustiosamente sus legendarios auspicios de caballero andante. Ni siquiera los largos años anquilosado en un papel subalterno podrían dispensarle ¡Voto a bríos! de atender tan honroso reclamo. Con ímprobos esfuerzos logró reunir las desencuadernadas trazas de su hidalguía, que habían logrado sobrevivir a la voracidad de los bibliófagos. Sin necesidad de la aquiescencia de Sancho y haciendo caso omiso de la ausencia de los equinos, se escudó en las volutas de polvo y espoleadas por el cierzo se arremolinaron en insólita alianza para socorrer al presunto desvalido.
Un insistente rumor fue anunciando el progresivo acercamiento del taimado malandrín, pero el empuje del viento impidió cualquier posibilidad de evitarlo. En medio de un ruido estentóreo y sin poder escapar de la potencia de aspiración fueron absorbidos por la trompa de aquel monstruo mecánico.
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En ningún sitio está escrito que todas las historias tengan que terminar bien. El verdadero mérito de todo buen caballero andante es el de no rendirse, por desigual que sea la lucha, sin dejar de atender la llamada de los desvalidos, incluso sin su ayudante, ni su montura, tirado por los suelos, entre vientos y polvo. Acabar absorbido por la fuerza incontenible de un aspirador es un final tan meritorio como cualquiera si se acomete con dignidad.
Un relato muy trabajado, un final diferente y un buen homenaje a un personaje universal.
Un abrazo y suerte, Francisco Javier
Tienes razón Ángel,las historias casi nunca llevan implícito, siempre hay un cúmulo de imponderables que la van configurando. Si encima su protagonista es un caballero andante, ya ni te cuento. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
Vaya, quería decir que «las historias casi nunca llevan su meollo implícito». Un saludo Ángel y muchas gracias.
Un relato maravilloso!
Descripción minuciosa que bien podríamos encontrar en el mismo libro, pero a la vez actual, con tintes de thriller, humor negro, ciencia ficción… qué se yo… Perfecto!!
Enhorabuena Francisco Javier!
Me ha fascinado.
Hola Susana, es lo que tiene ponerse en plan de aventurero, puede salir cualquier cosa en el camino. Muchísimas gracias por comentar. Un saludo
Estoy de acuerdo con Ángel y Susana: una composición impecable, y un final preciso y divertido. Es posible imaginar al pequeño Quijote saliendo del libro descompuesto enfrentándome “al malandrín moderno”. ¡Relato de mucha enjundia!
Muchas gracias Rosa, me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
Una historia original, con un lenguaje más que apropiado, mostrando tan solo con pinceladas lo que va ocurriendo, y sin que en ningún momento deje traslucir el fatal desenlace que se avecina y que resulta a la vez sorprendente y natural.
Me ha encantado, Francisco Javier.
Muchas gracias Ana María por leerme y por tu generoso comentario. Me alegro de que te haya gustado. Saludos.
Léxico y expresiones muy trabajadas, creando un ambiente quijotesco apropiado. Título y final relacionados y muy buenos.
Muchísimas gracias Edita, me alegra que te haya gustado el tono del relato. Muchísimas gracias por comentar. Un abrazo.