56. Atrapados
Apenas se hablan. Martina, recién levantada, corre al trabajo Por trece razones, entre otras, la abultada hipoteca que pagan por La casa de papel en la que viven, la universidad de los chicos, aquel Todo incluido. Cuando sale come con Los Bridgerton, un menú sobrio rodeada de gente de copete. Café con Paquita Salas y su sueño juvenil de ser actriz. Y aunque cenan en familia, se acuesta sola y aburrida, mientras sus ojos derrotados se apagan con Cincuenta sombras liberadas. Arturo, entre balance y balance, intercambia guasap con su grupo del atleti. Entre informes y certificados, queda para montar en bici el próximo domingo en Ruteros por Madrid, el club de ciclismo que acaba de descubrir en Facebook. Por las tardes cuelga en Instagram las fotos del finde por la sierra y, pese a la derrota, también cuelga las del Wanda. Alejandra, la mayor, compagina el Derecho Civil con los Tik Tok de maquillaje, las Stories de recetas y los tuits a C. Tangana. Daniel, cuando no está en clase o entrenando, controla, desde su sillón gamer, un universo digital. Con las luces apagadas, unos seres diminutos aprovechan la escarcha que conquista los rincones para agrandar sus telarañas.
Muy buena y original tu propuesta de esta familia rodeada del frío de la soledad. Cada uno con sus intereses propios. Mucha suerte, Juancho. Un abrazo. Glorial
Sí que estamos atrapados a nada que nos paremos a reflexionar sobre ello, con nuestros días condicionados por un exceso de actividades, que no permite más opción que engancharse a esa rueda que se repite una jornada tras otra. Trabajo, actividades extraescolares, redes sociales o televisión, conforman esa telaraña pegajosa de la que resulta imposible liberarse.
Un relato que, leído dentro de unos años, podrá actualizarse con otros nombres en cursiva diferentes, pero seguro que la esencia será la misma.
Un abrazo y suerte, Juancho
Sr. Juancho, que tenga un buen día por esos madriles. Le leo, me encanta leerle. Distingo sus relatos, su impronta, entre miles. Permítame una crítica, no logra usted saciarme, siempre me deja con hambre de lectura, quiero más, ¿para cuándo un libro? Gracias por los ratitos…
En efecto, esa es la pregunta: ¿para cuándo un libro?
Y del relato, en tu línea, genial.
La fría telaraña de los palabros cursivos envuelve las soledades digitales. Me he quedado atrapada en el frío que transmites.
Vamos hacia una sociedad cada vez más fría, con ese aislamiento que nos da las nuevas tecnologías, las series, lo virtual… (Y solo nos faltaba el virus este para acabar de complicarlo todo).
Buena propuesta, Juancho.
Un beso, con ganas de poder desvritualizarlo pronto.
Carme.
Muchas veces, por muy rodeados de gente que estemos, somos islas, y la tecnología nos aísla cada vez más. Muchas gracias por tu lectura y por el comentario.
Bssss!!
Nos hemos quedado sin tiempo Ángel, nos han conducido a estar todo el tiempo ocupados en algo, el deporte, las redes, los viajes, estamos condenados a estar en continuo movimiento, y eso nos aleja cada vez más de los que tenemos al lado.
Muchas gracias y n abrazo!! Que espero poder darte pronto
Muchas gracias señor… Rito? Espero que le vaya muy bien por Tenerife. No sabía que me leías, pero me alegra un montón, aunque demasiados piropos para un aprendiz como yo. Un libro? Lo he pensado, pero eso significa mucho trabajo y para ello tendría que romper con mi pereza crónica, pero tampoco lo descarto, tal vez algún día… quizá mis herederos.
Me alegra haber sabido de ti.
Un fuerte abrazo!!