51. Aullidos
Ladraba el perro allí, escondido en la colina. Su miedo a envejecer era tanto… tanto. Sus amos lo habían dejado abandonado en aquella carretera. Sin nombre, desahuciado. Aullaba, sin recordar, no recordaba nada. Fue un regalo de los Reyes Magos a aquella familia. Entonces era un cachorro de pocos meses. !Cuánto lo querían! !Cómo reían sus gracias! Ahora los hombres de blanco lo persiguen, para encerrarlo. Ha perdido la memoria. Del presente no recuerda nada. Del pasado ¿Algo? No quiere que lo encierren (Estuvo tantos años atado). Solo sabe que ahora lo han sustituido por un joven señor gato.
La vida misma reflejada en tu relato. La novedad hace arrinconar o, lo que es peor, tirar a aquel que tanto parecíamos querer. Suerte, Juana Isabel. Un saludo.
Hola, Juana.
Cualquier ser es insustituible, partiendo de que somos todos contingentes: pudimos no ser o ser de otra manera. Deberíamos ser tantas veces de otra manera… Los tres que viajan por barcos del desierto hacen a veces regalos envenenados. Quizá sea mejor el orondo de blanca barba y mofletes colorados. pero la condición humana sigue ahí, en pos del apocalipsis, personal, perruno, o simplemente definitivo. me gusta tu propuesta. Un beso.
El abandono es, en sí mismo, deplorable. Antes de admitir el regalo de un ser vivo, como un perro, se debería pensar antes.
Un abrazo.
Si se hace con nuestros mayores no se va a hacer con los animales. Tenemos mucho que aprender todavía. Bonita reivindicación la de tu relato. Suerte !!
Juana Isabel, triste realidad la que cuentas con el acierto de toda su crudeza. Suerte y saludos. Feliz 2017