63 – Aura
El aire roza mi piel y me balancea. Su calidez me seca. Extendida sobre la cuerda que me sostiene y me iguala a otros compañeros de secado, divido el pequeño entorno natural que nos rodea.
En un lado, una madre reprime con el dedo y sus labios, algo que un niño ha hecho. Éste la mira obediente y en silencio. Sus sombras se dibujan en mi interior, recordando a las pantallas de cine al aire libre del verano. No entiendo lo que le dice, ni aquello que ha pasado pero los gestos arrugados de la madre y la cara asustada del niño pueden indicar que ha sido grave.
En mi otro lado, un hogar de piedra y unos pasos acercándose. Un hombre corpulento e impregnado de heridas físicas y otras, que se intuyen, incurables. Como en las películas de verano, lleva una ametralladora en sus manos.
El viento es cálido y nos acuna con suavidad. Desearía que fuera más fuerte para arrancarme y poder avisarles pero no puedo…
Unas balas atraviesan mis entrañas e impactan sobre la cabeza del niño y el abdomen de la madre. Su sangre me mancha. Todo huele a pólvora y muerte.
Sólo el soldado sonríe.
Ese final me ha dejado muy mal cuerpo, en el buen sentido de la expresión, claro. Por ser totalmente inesperado. Al leerlo cobra sentido esa petición de silencio de la madre, y el gesto sombrío en el niño. Muy bien llevado.
Qué impresionante final, me ha dejado helada y que triste esa sábana queriendo avisar y no poder. Muy bonita puesta. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Un relato estilo Tarantino, con ese cambio de foco y la tensión que se respira. Quizá me hubiera gustado saber algo más del soldado, pero claro, la sábana no sabe nada, solo observa. Interesante punto de vista.
Suerte y un abrazo.