73. Aventura desértica
Perdido, sediento y a punto de desfallecer, hallé aquella lámpara semienterrada en la ardiente arena del desierto. La recogí, con intención de sacar de ella a su genio y que me sacara del apuro, pero nada fue bien desde el principio. Al cogerla me abrasé las manos, pues su superficie metálica achicharraba por llevar horas al sol. Luego comprobé que en su base ponía «Made in China», lo cual me dio muy mala espina. Después comencé a frotarla como si me pagaran por ello, pero lo único que conseguí fue comprobar, tras pringarme las manos de pintura dorada, que la lámpara desteñía. Al ver que no salía genio alguno de ella acerqué el ojo a su boca y en ese instante asomó la cola de un escorpión que clavó su aguijón en mi nariz. Solté la lámpara entre alaridos de dolor, momento en que hizo su aparición un tipo con turbante que afirmó ser un agente de la Policía Desértica y me metió un multazo acusándome de arrojar basura a las arenas. Le dije que la lámpara no era mía y entonces me acusó de hurto también.
Ahora estoy en la cárcel, sí, pero a salvo de aquella nefasta lámpara.
¡Desternillante! 😀
¡Muchísimas gracias, Edita! 😀
Sí es que hay lámparas que es mejor no encontrárselas, jaja… aunque según se mire, algo sí que ayudó al personaje, por lo menos en la cárcel no le falta techo, comida ni bebida, con la crisis hasta la magia va a menos.
Un placer leerte, Jose.
Abrazo grande y felices fiestas.
¡Muchísimas gracias, Manoli! Un abrazote y felices fiestas.
Ja ja ja!
Con la ilusión que haría encontrar la lámpara de Aladino!
¡FELIZ AÑO 2018!