99. BALUARTE
El niño oye como el cañón truena una vez más. Alrededor, moscas, hedor, ruinas.
Él ajeno y tenaz, con palos y cascotes, construye su castillo: las diminutas torres, las almenas, la muralla, el puente.
Un estruendo mayor que otros. La vibración del suelo. El castillo se derrumba y el niño con el castillo.
Y entonces a través del llanto lo percibe: ante él, moscas, hedor, ruinas.
Coma entre «él» y «ajeno» y coma entre «entonces» y «lo».
Eso creo 🙂
Gracias, Ana.
Besos también para ti.
Antonia, terrible paso de la inocencia a la cruda realidad. Impactante relato. Un abrazo.
Gracias por pasar. Otro abrazo 🙂