59. Belleza Salvaje (Jesús García Caurel)
En cuánto te vi supe que no debías de estar enjaulado.
El firme golpetear de tus cascos; tu galope fuerte y poderoso; tu blanca y soberbia crin… No eran dignos de estar encerrados en aquel diminuto establo.
Así que decidí abrir aquella puerta que te separaba de tu libertad.
Nunca olvidaré la mirada que me dedicaste al pasar a mi lado. Esa mezcla de orgullo y agradecimiento…
Ahora estoy aquí sentado en mi celda, esperando la justicia del hombre blanco. Pero no me preocupa. Hay otras justicias que son mucho más altas y poderosas que la de los rostros pálidos…