17. BENZETACIL 2400
Y pensar que, hace muchos años, cuando apenas era un mozo flacucho y sin bigote, me encantaba hacerme el hombrecito delante de la enfermera que, echándome en su regazo, me clavaba en el glúteo aquellas dolorosas agujas contra el reúma.
—¡Ay!
—Relaja el culete, que te va a doler más, me decía y luego me soltaba con un cachetín y un guiño.
Creo que por esa mirada tan cómplice y por mi natural tendencia a lucir el trasero he sido un mujeriego impenitente hasta el día de hoy, aunque ahora veo el precio de mi dejadez.
—Pase y desvístase de cintura para abajo, me dice un doctor muy serio que me mira con reproche y preocupación.
—¿Es grave?, pregunto sin la menor respuesta, salvo un suspiro de reprobación.
Mientras observa mi ruinoso estado y se ajusta los guantes de látex, el doctor manipula con destreza el vial y piensa en la cantidad de víctimas de mi insensatez, pero mi mente, temerosa del diagnóstico, ya está de viaje a la clínica de mi infancia, donde la realidad dolía menos que un pellizco.
Vaya con el mujeriego y esa vida tan disipada y tanto culo al aire, lo va apagar caro y lo peor sus víctimas. Si es que los placers hay que tomarlos con medida comom decían los epicúreos, aunque qué iban a saber ellos de inyecciones eb la infancia y enfermeras que pellizacan culos . Suerte JuanM, abrazos
Ay, maestro Montesinos, lo que cura el reúma también vale para la gonorrea, pero a veces uno se lo pone difícil a la medicina.
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