27. Braulio
En la aldea parece que se han acostumbrado, que ya no hacen caso ni le dan importancia. Pero la verdad es que en su cementerio, cada 5 de mayo, sucede algo extraordinario. Sobre la tumba de Braulio, el antiguo maestro, aparece una botella vacía de pacharán.
Los que le conocieron saben que era adicto a ese licor y piensan que su espíritu despierta todos los años para agarrar una melopea que le ayude a olvidar la barbaridad que cometió en fecha semejante -hace ya bastantes años- cuando, también ebrio, se llevó por delante a la parienta de un hachazo. Los demás opinan que es, sencillamente, la broma de mal gusto ideada por un idiota superlativo.
Mientras, en su epitafio, oculto por las hierbas que nadie se preocupa de retirar, rezan las siguientes palabras: «No me juzguéis culpable del crimen que un desconocido perpetró»
¡Vaya, Rafa, me alegro de leerte por aquí! Cuántas culpas se lleva ese licor de pacharán…Relato sorprendente y tan bien contado que he podido ver esa botella vacía.Un abrazo.
No se lo que es el Pacharán, pero el relato en muy bueno. Broma o aniversario, es la botella el testimonio.
Un gran abrazo y suerte.
Muy bueno, Rafa. Suerte!!
Es cierto que el alcohol, o el abuso de él, despierta ese monstruo que todos llevamos dentro y que, en general, ni siquiera nosotros somos conscientes de su existencia. Me ha gustado mucho cómo nos acercas a un drama que, lejos de solucionarse, crece cada día como una mancha de aceite. Enhorabuena Rafa!! Suerte. Un abrazo.
Rafa, triste historia, nos deja ese final tan tentador para que le demos forma. Suerte y saludos
Hasta aquí me llega el aroma de ese pacharan, de su aliento embriagado y de la locura cometida.
Un relato estupendo, bien narrado y que nos deja con un sabor ácido en ese epitafio final. La mente se desdobla ante ante alcohol.
Un beso Rafa, suerte con Braulio.
El alcohol transforma a las personas en otras: a veces los vuelve pesados; otras, patéticos; lo peor es cuando, rotas las inhibiciones, propicia que salga a relucir el rol violento. Tu epitafio, sin proclamarlo, dice mucho. Al margen de todo ello, el pacharán es un buen hallazgo, pero, como tantas cosas, en su justa medida.
Un abrazo, Rafa. Suerte
Lo busqué en internet y parece ser un licor hecho con Endrinas. ????????
Mi buen amigo Luis es argentino, lo que le excusa completamente de ignorar lo que es el pacharán.
Gracias Ana, lo busque en internet y comprendí que era. Nunca lo sentí nombrar.
Lo que yo entiendo es que Braulio, en efecto, le pegó el hachazo a la parienta, pero se excusa en su ebriedad para decir que no fue él. O sea, enajenación mental transitoria.
Mucha suerte Rafa.
PD. Me encanta el pacharán bien hecho.
Qué historia tan buena, como espeluznante. ¿Acaso el epitafio lo escribe el muerto? No siendo así, pobre Braulio. ¡Muchas felicidades y salud con un buen pacharán!
Muy bien traído el relato, y como nos descubres ese desdoblamiento que produce en las personas el estado de embriaguez. Lo has ido desarrollando muy bien para hacernos pensar con ese final. Mucha suerte 🙂
Buen relaro.
Yo también interpreto que fue él quien mató a su esposa, pero lo hizo ebrio de pacharán, de ahí que fuera un extraño dentro de su cuerpo quien lo hiciera.
Un saludo
Ese final que deja pensativo al lector me gusta y mucho. Casi tanto como una copa de patxaran a los postres de una comida copiosa. Enhorabuena Rafa. Creo que es un micro bien narrado y estructurado que además implica al lector tras leer el epitafio. Un acierto. Besotes
Pensativa me dejas. El extraño es el propio Braulio bajo los efectos del alcohol o, es el bromista que le deja cada año la botella de pacharán?
Buen relato Rafa. Suerte y besos.