57. BUENAS AMIGAS
Un solo instituto de bachiller en el pueblo, ubicado algo alejado del centro entre una vaquería y el estadio de fútbol municipal, en una larguísima calle desierta hasta llegar a las vías del tren que atravesábamos la mayoría aun con las barreras bajadas; pues bien, entre toda esa jauría de adolescentes caminaba yo charlando animadamente con mis amigas cuando otra desde atrás llamó mi atención y sin abandonar el paso giré la cabeza y me estampé contra la farola, creí que el pómulo se me había deshecho de tal modo que no habría cirugía estética que pudiera salvar mi cara, recuerdo que fui deslizándome farola abajo medio inconsciente y en esa nebulosa oía a mis amigas reír y a algunos chicos de la acera de enfrente: “¡Cogerla!, ¿no veis que se está cayendo?”
Llegó el fin de semana y nos fuimos a la discoteca, la única también, Isabel se sentó sin mirar y su trasero cayó de pleno en la mano de un chico que no conocíamos y fue tal el respingo que dio y lo colorada que se puso que no paramos de reírnos en toda la noche, ahí estaba el karma.
También nuevas amistades…y quizá el amor…..
Lo de que no hay mal que por bien no venga no siempre es cierto, pero en ocasiones sí se cumple. En el caso de tu protagonista y sus amigas, un cacharrazo contra una farola, o una piel que se roza con otra de forma casual, o no tanto, puede dar pie a romper el hielo y quizá a algo más («quizá el amor»). En esos casos, la alegría por el mal ajeno es positiva.
Un abrazo y suerte, Ana.
Tú lo has dicho a veces el karma vuelve y vuelve a volver para que las situaciones sean de lo más positivas. Gracias Ángel como siempre por tu comentario, un abrazo.
Ana, me encantan las situaciones como las que describes en tu micro. Esa risa incontenible que provoca una caída fortuita, que hasta la propia persona acaba también a carcajadas… Cuando dejas de ser joven ya no hace tanta gracia, que se puede romper la cadera y tal, pero que buenos ratos nos hemos pasado así…
Gracias por traerme estos recuerdos de vuelta.
Un abrazo y suerte.
Cuánta razón tienes,las risas incontrolables ante la caída de cualquiera va cambiando a preocupación cuando avanzamos en edad pero los recuerdos te trasladan a momentos divertidísimos al menos para el que mira,la que se dio el golpe contra la farola no opinará lo mismo 😉