57. Cadena perpetua (Luisa R. Novelúa)
Qué fácil es empuñar la pluma y perpetrar con ella crímenes, humillaciones, heridas purulentas provocadas por amores no correspondidos. Y todo, para alcanzar la gloria literaria. Pudiste crearme apuesto y, sin embargo, me engendraste deforme; no te hubiese costado nada describir a una madre cariñosa y a una familia protectora que me guiara hasta convertirme en un hombre amado y de provecho, pero te ensañaste con mi desgracia para denunciar las injusticias de la misma sociedad que te admira y acudirá en masa a tu funeral. A ti te espera el Panteón de franceses ilustres. Yo estoy condenado a trepar por las torres de esta catedral mientras quede un solo lector dispuesto a leer tu historia. Mi historia.
Hermoso homenaje a la gran literatura decimonónica por medio de un autor y un personaje dignos de recordar. Me ha gustado, Luisa. Un saludo y suerte.
Me alegra mucho que te haya gustado, Jesús. Muchas gracias. Un abrazo.
Hay personajes realmente poco agraciados en todos los sentidos que, si adquirieran vida propia más allá del papel ingrato que se les ha asignado, no dudarían en rebelarse contra su creador, que además ha alcanzado la celebridad a su costa. Cuasimodo quizá ocupe la cúspide de esos individuos malditos, condenado, además, a una verdadera cadena perpetua, como clásico intemporal que es.
Un abrazo, Luisa. Suerte
Probablemente Víctor Hugo también sentía ternura y pena por su personaje, pero así es la creación literaria, por desgracia para Cuasimodo. Muchas gracias,Ángel, Un abrazo.
Hola Luisa. Me ha gustado tu relato en general, pero quiero destacar el comienzo en particular, es muy bueno. Por otro lado, has sabido reflejar cómo los escritores se erigen en dioses creadores e imponen el destino de sus personajes, aunque, he podido comprobar, de primera mano, que los personajes, muchas veces, hacen uso de su libre albedrío y se rebelan ante su creador. Felicidades por tu relato y mucha suerte.
Estás en lo cierto, Barceló, a veces el personaje que ideó un escritor va tomando vida propia a medida que avanza la novela u obra de teatro. Quién sabe lo qué tenía pensado Hugo para Cuasimodo cuando empezó su obra. Muchas gracias. Un abrazo.
Hola, Luisa.
Me parece que cumples con solvencia la propuesta del bimestre. Los escritores se piensan dioses y hacen y deshacen con sus personajes hasta el límite de lo cruel. Fíjate que se habla del narrador omnisciente como de aquel que lo sabe todo del personaje, aunque, como apunta Barceló a veces éste campe a sus anchas muy lejos de lo que su creador imaginó. Es verdad que Hugo, don Victor dictó una cadena perpetua contra el pobre jorobado de Notre Dame: le condenó a ser eternamente feo, a cargar con una monstruosa deformidad por los siglos de los siglos. Como al escribir conviene exagerar… Se le fue la mano en aras de una gloria eterna, que desde luego conquistó. Contrasta esa fealdad con la hermosura de tu texto, de tu historia. Consigues que el jorobado se defienda a las mil maravillas. Serías una buena abogada defensora tú. Me encanta tu relato. Besos.
Cuasimodo me inspira mucha ternura, por eso me apetecía ser su abogada defensora, aunque tan solo sea a través de este modesto microrrelato. Muchas gracias, Martín. Un abrazo.
Luisa, bonito homenaje a ese personaje tan pintoresco y querido. Suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda. Un abrazo.
Me ha encantado, Luisa. Y poco más puedo añadir porque no sé hacerlo.
Un saludo
Lo importante es que te haya gustado. No hay por qué explicar por qué.Muchas gracias, Margarita. Un saludo.
Si tu lo escribieras él sabría que sería normal y hasta feliz, pero el destino no lo quiso.
Un belleza tu historia Luisa.
Un abrazo y suerte.
Víctor Hugo creó un personaje que ha pasado a la historia (y no solo este). ¿A qué escritor no le gustaría conseguir algo así?. Lo «siento» por Cuasimodo, pero la literatura es así, como la vida misma.
Muchas gracias, un abrazo