78. Café para llevar
El día que el viento derribó los castillos de naipes, todo voló. El polvo escondido debajo de las alfombras nos hizo estornudar y los mocos se llevaron con ellos los disfraces, los remordimientos y las persianas. El vendaval nos asoló en un segundo, la duración de la vibración de la campanita de la puerta, el tiempo que tardamos en dejar de mirarnos de reojo.
A nuestro alrededor nadie alteró su rutina. Como todas las mañanas, el tipo del sombrero negro se comió dos churros sin azúcar, la señora del moño impecable pidió lecha fría en su café y el hombre melancólico siguió pareciendo el payaso triste al que acaban de pincharle los globos.
Yo no llegué a probar la tarta de manzana. La dejé en el plato, humeante aún, con los cubiertos encima formando una cruz. Camino erróneo, no pasar. Me metí tu sonrisa en el bolsillo y salimos juntos a desayunar al sol.
Hola, preciosa. Di que sí, es mejor desayunar al sol que en el interior de una cafetería, rodeada de “caretos”. Es tan agradable leerte; esa fantasía con la que aderezas tu bonita prosa nos lleva a viajar a los lugares que describes, para acompañar a los personajes que describes. Yo me meto literalmente en tus relatos y me dejo envolver por las historias, siempre atractivas. Me encanta esa imaginación tuya, sin límite. Un texto colorido y bellísimo. Es inconfundible el sello Richmond.
Besitos inmensos, Patrícia.
Patricia, cuánto juego les sacas a estos personajes y buenas imagenes. Suerte y saludos.
Tu relato es como una fantasía del carnaval canario, como un cuadro de Dalí…
Muy buen poético ese magistral final. Felicidades y suerte.
Besicos muchos.
Un relato muy bien escrito. me gusta
Abrazos cálidos.
Me encanta la capacidad de evocación de tu relato. Me gusta todo, pero el primer párrafo, ¡guau!, es genial.
Sugerente, poético, quiero creer que esperanzador… Y hasta aquí puedo leer. El resto, nos toca a cada uno. Pues nada, que me ha gustado, Patricia. Me alegra haberte puesto cara, aunque por «el formato» multitudinario de la quedada no hayamos hablado mucho. Bueno, la cara (sin nombre asignado hasta hace unos días) ya la conocía de las fotos en facebook de la reunión del año pasado. Besos y suerte.
Qué alegría encontrar un nombre asociado a un texto y a un personaje peculiar que, como no puede ser de otra forma, ha de salirse de lo corriente, ser distinto, fascinante, lleno de matices como un caleidoscopio cambiante. Salir de la rutina, destacar o, más bien, evadirse de la masa, ser excepción, todo eso y más late en un relato que me alegro encontrado por aquí en el repaso rápido que estaba haciendo, como me alegro de leer todo lo que sale de algunas plumas en cualquier ocasión.
Un abrazo grande
La señora que publica textos plagiados en su «Callejón»… Curioso, muy curioso.