14. CAFÉ SOLO (Fernando da Casa)
–¿Sacarina?
–No, gracias.
Mientras ella retiraba el sobre de azúcar despreciado, él sorbió el contenido de la taza de un solo trago. Cerró los ojos. El aroma permanecía impregnando de sensaciones las canas que peinaban sus recuerdos.
–¿Me da otro sobre? Gracias.
Leche condensada y dos sobres de azúcar. “Menudo brebaje”, pensó la camarera. Fue bebido a pequeños sorbitos, acompañado de una hermosa berlinesa glaseada. Cuando terminó, pidió la cuenta y se marchó.
Después de una fugaz mirada a través de la ventana, viendo crecer la nube de polvo levantada por el coche que partía, retiró la taza, el plato y los cubiertos usados por el cliente goloso. Cuando fue a recoger la taza amarga, apurada varios minutos antes, el suave roce de una mano se lo impidió. Sin abrir todavía los ojos, él susurró con la mirada: “déjame disfrutarlo un poco más”.
Ella, turbada, retiró la mano. De repente, tomó consciencia de su vida, sin ilusiones, sin esperanzas. Sin otra alegría que atender a un autobús de turistas japoneses, por si contagiaban de exotismo aquel maldito lugar perdido en mitad de la nada. Reprimió las ganas de llorar y preparó dos tazas más. Bien cargadas. Sin azúcar. Sin leche.
Un café realmente solo, en algún lugar en medio de la nada, ir y venir de escasa personas con la mente en oro sitio, pasajeros de paso, dosis altas de azúcar para digerir tanto trago amargo.
Economía de personajes y recursos para un relato sobre la soledad, con un título muy acertado.
suerte y un saludo.
Has realizado una muy buena disección del relato, Ángel. Muchísimas gracias.
Saludos.
Qué gratificante es encontrar SIEMPRE tus comentarios, amigo Juan. Quiero decirte que eres (en parte) «culpable» de este relato, ya que empecé a idearlo después de leer tu comentario comparando «El origen del mundo» de Courbet con el relato «La musa y el escribiente», de María Rojas.
Me acordé de Edward Hoppner y sus homenajes pictóricos a la soledad y… voilá.
Un abrazo.
Bonito relato de soledades. Personas de paso que se detienen lo justo para tomarse el cafe, solo o con azúcar…
Me ha gustado Fernando.
Un abrazo
Muchas gracias, Blanca. Un abrazo.
En el acertado titulo del relato se va desgranando la soledad y amargura de sus personajes, solo endulzada por el azucar. Me gusta mucho leer tus relatos y este no iba a ser menos.
un beso
Me alegro mucho de que te gusten mis relatos, Esther. Creo que mis gustos son recíprocos con los tuyos.
Un beso, y seguimos leyéndonos.
Fernando, nos has hecho sentir la realidad y rutina de esos personajes, suerte y saludos
Muchas gracias, Calamanda, tus mensajes siempre me insuflan moral y optimismo. Eres un sol.
Rotundo y perfecto tu relato que con el café de protagonista marca las distintas personalidades de los clientes para, finalmente, destapar la vida sin dulzor de la camarera.
Genial
Certero comentario, Isabel: el café es el verdadero protagonista del relato. Soy muy cafetero, y consideré que no estaría de más escribir algo donde esa bebida tan adictiva luciera palmito. Un abrazo y gracias por comentar.
Fernando, qué bien has transmitido la soledad y la monotonía de una vida, que se cruza brevemente con otras, dulces o amargas, pero siempre fugaces. Me ha gustado mucho. Abrazos.
Muchas gracias, Salvador. A veces, los pequeños detalles importan más que los grandes acontecimientos. Un abrazo fuerte.
Líneas paralelas que brevemente se vuelven secantes, pero sólo por un instante fugaz. Muy bien descritas esas soledades. Un saludo
Gracias por la descripción gráfica del relato, Concha. Quizás le otorgas un aire más a lo Kandinsky (que me encanta) que a Hopper (quien me sirvió de inspiración), pero tu visión es igualmente válida y preciosa.
Besos.
La amargura sólo se puede paladear en pequeños sorbos. Con descansos intermedios, para que las papilas gustativas no se confundan. El hombre con recuerdos conoce bien esa idea; la camarera parece que se sorprende, y debería saber que la vida se escapa en instantes de espera.
Bueno, esta es mi interpretación del relato. Un texto que sugiere reflexiones en el lector…por lo tanto un buen relato.
Muchas gracias, Daniel, por tu reflexión e interpretación, siempre bienvenida. Es un auténtico halago que te haya gustado, maestro. Un abrazo.
Los milagros de un toque de muñeca. Qué poco tocamos. Un roce inteligente transmite vida y hace que esas miradas rutinarias muertas por el tedio repetido resuciten.
Pues como todos tus relatos, maestro, este es una gozada más.
Un abrazo.
Jesús , me emocionan tus palabras . Que alguien como tú, a quien admiro, me llame maestro… Llevo varios años preparando una novela inspirada en hechos reales de mi familia y ambientada en los dificiles años de la guerra y la posguerra. No te imaginas cuánto pienso en ti cada vez que me pongo a ello, y pido tener un poquito de la magia que desprenden tus relatos de época. Un abrazo.
Me ha gustado mucho este relato que cada uno pueda dar muchas interpretaciones. Yo creo que el problema en este mundo es que los seres humanos no podemos aceptar lo que somos y aceptar nuestra vida simple y monótona y eso nos produce conflictos internos. Las pequeñas cosas sin importancia y cosas que en principio parecen monótonas y aburridas si pudiéramos disfrutarlos nuestra vida sería mucho mejor como por ejemplo tomar un buen café o cocinar una buena comida. Fernando, un relato muy profundo. Te deseo mucha suerte, tu amigo del alma, Sotirios
Salvatore, amigo, siempre ahí … Que sepas que espero tu regreso triunfante a ENTC, una vez dominada la endiablada gramática española y con el sano convencimiento de que ENTC no es un concurso donde lo importante sea ganar, sino que gana todo aquel que aprende, comparte y aprecia la titánica labor de los que están detrás de esta página. A mí me gusta el café corto, fuerte y sin azúcar, pero como tú bien dices debemos aprender a valorar que no solo lo nuestro es válido, sino que hay otras opciones… Un fuerte abrazo, amigo.
Bonito relato. No todos iguales, ni disfrutamos igual de la vida, A veces la sencillez es el secreto que pocos conocen.
Un abrazo Fernando.
Es verdad, M Belén, nos complicamos la vida en exceso. No hay nada más sencillo que ser feliz, y quizás por ello pocos lo consiguen. Un beso.
Preciosa radiografía del gris que inunda muchas vidas. A veces dan ganas de dejar de buscarle el sentido y tu relato lo describe a la perfección. Creo que está muy bien trabajado. Mucha suerte 🙂
Gracias por tus apreciaciones, Juan Antonio. Es admirable tu esfuerzo en leer y comentar certeramente todos los r
elatos de ENTC y, encima, regalarnos esos «pedazo» de relatos que escribes. Creo que JAMS debería ofrecerte formar parte permanente del jurado, le ayudarías sobremanera.
¡Y suerte para el miércoles!
Susurro y roce, eso es. Como han dicho por ahí arriba, qué poco nos tocamos.
Te invito a un café, Ana.
Besos.
Algunos nos quedamos paralizados, lamentándonos de nuestra soledad, sin darnos cuenta que tenemos el control y que solo basta un poco de voluntad para hacer cambios en nuestras vidas; este relato hace que reflexione sobre ello mientras bebo una taza de café. Me ha gustado y le deseo suerte.
Saludos.
Muchísimas gracias, Beto, por tus palabras. Tus conclusiones filosóficas me halagan mucho, no imaginé que mi relato diera para tanto, aunque coincido plenamente con lo que expones. Me alegro mucho de haber sabido transmitirlo.
Un abrazo.
Me cuesta visualizar la escena, no sé cuántos clientes hay. Si son dos diferentes representas esos dos estados que narras, el que se va y el que queda (precisamente de sabor amargo), y la camarera está atrapada en el lado amargo. Si por el contrario es un único cliente bipolar parece que se deja el lado amargo junto a la camarera. Y ahora a ver que te dicen los comentaristas. Es lo bueno de este espacio, los comentarios que van más allá del «me gusta mucho». Me han llevado al título (que olvidé) y cierra ese circulo sobre la soledad. Suerte y muchas gracias por tus indicaciones sobre laísmo.
Gracias por devolver la visita, Javier. Son dos clientes distintos, de gustos diversos. No se me habría ocurrido jamás pensar en eso de la bipolaridad, oye, lo que aprende uno leyendo interpretaciones de los textos… Como dices, está muy bien esto de comentar, se aprende mucho más de lo que te dicen o interpretan de los textos. Es una forma muy instructiva de combatir la «soledad del escritor», de la que muchas veces abusamos.
No me agradezcas nada sobre laísmos, para eso estamos… Yo también lo sufro en silencio (como otras cosas) y me he llevado muchos pescozones. Después de repasar un texto mil veces, me lo corrigen y pienso: ¿no sonaba mejor de la otra manera? En fin, cosas de las reglas gramaticales. Mi truco para aplicar «la/lo» o «le», cuando tengo dudas, es sencillo (aunque no siempre eficaz, nada es perfecto); cambio el género al complemento. Si el artículo soporta el cambio, lo dejo.
Un abrazo.
Hola, Fernando, me pasa algo similar a Ximens, pero seguro que es por mi lectura, aunque lo he leído tres veces, me pierdo aunque, poco a poco, me va entrando más, sobre todo, gracias al gran comentarista que es Ángel. De todos modos, ese reflejo de la vida triste de muchas personas se te clava como un puñal en el corazón. Has sacado a relucir la cara B de muchas personas y eso ya hace bueno tu relato.
Gracias por pasarte por aquí, Lorenzo, siempre es un placer leer tus comentarios. Es cierto que el relato adolece de exceso de carácter pictórico o -si me lo permites- de guión, puesto que no es fácil imaginarse la escena si no te planteas mentalmente un cuadro de la situación.
Ah y lo de la novela hace grande al relatista. Abrazos.
Muchas gracias por el piropo… Este será ya mi cuarto libro, aunque aún no he publicado nada. Algún día…
Está claro que estos hoteles tan visitados son sin embargo el refugio de muchas soledades.
Me ha gustado mucho como nos haces sentir la soledad de la protagonista.
Saludos
Era eso lo que quería transmitir, Asun: soledad. Me alegro de haberlo conseguido.
Un abrazo.
Fernando, me ha costado varias lecturas a diferentes horas del día y diferentes días, entender tu historia. Ni siquiera los coments me han servido de gran cosa. Perooooooooo, ¡ya lo he pillado!
Y me gusta mucho ese final. ¿Ves? Lo más dulce no siempre es lo mejor (excepto si se trata de mí, que soy muy dulce y no tengo abuela, como no me canso de repetir). Esa «leche condensada y dos sobres de azúcar» del cliente goloso ¡no me extraña que lo tomase a sorbitos pequeños! Cualquiera le da un trago.
Mucho mejor el café solo bien cargado y en compañía. ¿Para qué más exotismo?
Lo dicho. Que me gusta mucho.
Abrazo.
¡Qué ilusión, Aurora! Me encanta que mi relato te haya obligado a leerlo a diferentes horas y diferentes días: ¡eso significa que, aunque no se entendiera bien, te ha gustado! Porque, de lo contrario, serías masoca… Yo, cuando leo algo y no me gusta, no pierdo el tiempo en volver a leerlo. ¡¡Muchas gracias!!
Prometo no ser tan críptico para el mes que viene. Intentaré escribir algo más sencillo, que llegue de primeras, guste a todos (incluido al jurado) y…¡llegue al libro! Bueno, eso último no sé si me interesa, porque yo de jurado… Mejor que no, que soy muy rarito…
Un beso muy grande, salá.
Fernando, amigo mío es difícil de creer pero es verdad . Me publicaron otro relato en un libro que se llama “Antología I concurso relato corto de terror” me he colgado la portado y el relato en mi blog. El título de mi relato se llama Valentina.Un abrazo, Sotirios.
La atmósfera de «Nighthawks» se lee en tu micro. Pero aquí por lo menos salta esa chispa, aunque sea por un momento, con un suave roce del que disfruta del café. Está muy bien ese final abierto con dos tazas. El título muy bien elegido. No solo parece un homenaje al café, sino que transmite esa amargura de la soledad que al final quizá no lo sea tanto.
Suerte y saludos.
¡Estimado Rafa, celebro que te guste Hopper! Es un halago grande, muy grande, que afirmes que el relato recoja la atmósfera de tan celebérrimo cuadro. Después de esta crítica, ya me puedo morir…
A tus pies, rendido.
Se me cae la baba.
Soy amante del café retinto y sin azúcar, de las pinturas de soledad de Hopper y de este relato. Muy bueno y diferente.
Abrazos.
Muchas gracias, María, compartimos aficiones y amores.
Un abrazo muy grande.
Enhorabuena Fernando. Has captado de manera magistral la atmósfera de melancolía con unas hermosas y cotidianas imágenes de dulzura. Un fuerte abrazo amigo
Un fuerte abrazo para ti, Jero. Muchas gracias por estar siempre ahí, atento a los amigos. No te mando un jamón porque en Salamanca los tenéis muy buenos (probablemente los mejores), que si no…
Otro relato que se me había escapado este mes. Me gusta el contraste entre las consumiciones de los dos clientes, que reflejan los diferentes estados de ánimo, ya sea cronológicamente en una misma persona (hoy todo es dulce pero mañana se torna amargo), o bien simultáneamente en dos personas distintas. Y me gusta el valor de ese cliente que se sumerge en su propia amargura y el de esa camarera que se lanza a hacerle compañía. Besos y suerte.
(Por cierto, lo de la leche condensada y dos sobres de azúcar. ¿está inspirado en nuestros «asiáticos»?. Más de uno los toma con esa sobredosis 😉
Siempre es un placer leerte, Ana, bien por tus relatos, bien por tus comentarios. Me gusta la interpretación que has hecho, así como la evocación del asiático (ni se me había ocurrido, ya ves…).
Un fuerte abrazo virtual, ya que últimamente estoy «perdío».
A falta de trabajo, me zambullo en el mar.