25. Camino de espinas
Soy un desierto, estoy seca, vacía. No puedo hacer crecer vida. Ya ni siquiera tengo lágrimas.
Mis dunas, antes llenas de curvas, han desaparecido. Solo queda una enorme cicatriz, un camino lleno de espinas que nadie recorrerá jamás.
Nadie querrá detenerse a admirar este paisaje yermo, porque ni yo misma soy capaz de hacerlo.
El espejo sigue de cara a la pared desde que regresé a casa. A veces me susurra para que revisite mis antiguos rincones; y recuerde aquellos huecos en los que escondía mis secretos, mis alegrías, mis deseos y temores…
He recorrido muchos paisajes buscando respuestas; unos estaban llenos de rocas, otros eran la nada, el silencio…Y llegué a otro, un final sin salida. O eso parecía, cuando empecé mi caminata por aquel paisaje extraño, de un blanco minimalista, casi marciano. Hasta que pisé un sendero alfombrado con un verde y esperanzador resultado.
Me cuesta, pero voy reconociendo el paisaje que ahora habito. He conseguido darle la vuelta al espejo. Mis lágrimas recorren el camino que ha dejado mi cicatriz. Ya no hay curvas a la vista, aunque si muchos obstáculos. Pero estoy descubriendo otras veredas por las que transitar mi nuevo paisaje.
Tu protagonista podría ser una mujer recién llegada a casa, donde debe afrontar una nueva existencia, limitada tras alguna operación que le ha dejado cicatrices. Al principio ni siquiera quiere mirarse en un espejo, no se reconoce tal como se ve, quisiera ser la de antes de pasar por ese trago. No es fácil para ella, pero poco a poco, aun a sabiendas de las dificultades que tiene por delante, comienza a ver caminos por los que continuar. Entre dejarse vencer o proseguir decide la actitud más sensata y valiente, la de no tirar la toalla.
La historia de una mujer luchadora, todo un ejemplo vital.
Un abrazo y suerte, Esperanza
Pues de todos los dolores, físicos o emocionales, se saca una enseñanza y se sale fortalecido, así que no dudo que tu protagonista cambiara pronto, por rosas, sus espinas.
Feliz noche de esperanza, Esperanza.
Cierto Mercedes, de todo se aprende. Y las rosas saldrán, más tarde o más temprano, por ese camino para alegrar el paisaje.
¡Gracias!
Las cicatrices de las operaciones a veces te hacen verte como un Frankenstein, que no es una figura nada agradable. Pero poco a poco la ilusión vuelve a aparecer en la vida.
Gracias Ángel.
Y Mucha Suerte para tí
Vuelve la alegría cuando consigue aprender que gracias a esas feas cicatrices continúa disfrutando de lo más hermoso que nos han dado, la vida. Pero para llegar ahí hay que transitar por una senda muy dolorosa, la de la aceptación de una nueva realidad. Y entonces sí que podrá seguir su camino sin pesares que la limiten, Esperanza.
Esa senda del duelo es muy larga a veces. Y cuando te atrancas en una etapa cuesta mucho salir del bache.
Gracias Gloria.