23. CAMPUS
Federico, el gato de Schrödinger, padecía catoptrofobia. Nunca lo pudo superar hasta que le encerraron en una caja de zapatos en cuyo interior había un espejo. Tembló al apreciar lo que reflejaba el cristal, la imagen de su óbito.
La superposición cuántica le jugó una mala pasada. Tuvo que ver con lo que oyó a través de las paredes de la caja de cartón. Que su posición en el espacio podría depender de lo quisquilloso que fuera el observador atrevido que tratara de investigar.
Si abrían la caja de zapatos, su momento angular se distorsionaba y desaparecía a medida que su posición en el espacio quedaba más definida, aunque siempre a nivel probabilístico. Total, un lío.
Había oído que muchos científicos discutían sobre la locura irracional del principio de incertidumbre. Al racionalizar los argumentos paradójicos escuchados empezó a pensar que algún día podría superar su propia fobia frente a los espejos y tomó dos decisiones importantes:
La primera, dejar de tomar chupitos de aguardiente escondidos entre los matraces y la segunda, poderse declarar a una gata del laboratorio de anatomía patológica que era conocida en todo el campus como la gata de Doña Flora.
Viva el amor.
Lo del famoso gato es algo miy complejo a nivel teórico. Hace bien tu minino prptagonista en aterrizar en una realidad más palpable y entendible, seguro que se le pasan todas sus fobias con la gata de Dña. Flora, incluido el miedo a verse reflejado en los espejos. Un abrazo y suerte, Miguel Ángel
Gracias Ángel por pasarte por este relato cuántico, surrealista y no exento de ignorancia.
Reitero mi última frase de ,»Viva el amor»
Un abrazo
¡Ufffff, con la física cuántica hemos topado!
A mí se me escapa, la verdad. Me quedo con la última parte de tu relato porque lo entiendo mejor y es más humano . Seguro que el gato Federico se atreve más a entrarle a la gata de Doña Flora con un chupito, claro que esa gata también tiene lo suyo ….jajajaja.
Un saludo
Gracias Gema por pasarte por el mundo cuántico. Al final coincidimos, como siempre, en el amor se encuentra la solución.
La verdad, a mi este tema de física teórica me queda grande, así que suscribo lo de Viva el amor.
Un abrazo y suerte.
Gracias Rosalía por pasarte por este mundo de la sinrazón.
El amor también está inundado de sinrazones que la razón no entiende.
Un beso grande
Hola, Miguel Ángel. La física siempre fue una ciencia demasiado dura para mis entendederas, pero usada aquí para contar los avatares de la vida del gato de Schrödinger y su óbito, me ha encantado… Y me causó muchísima gracia la referencia a la gata de Doña Flora…
Un beso grande… ¡Y que viva el amor!,
Mariángeles
Gracias Maríángeles por pasear por mi relato.
Los gatos tienen muchas vidas… y eso forma parte de su naturaleza cuántica.
¿Por qué? – No lo sé… ni pretendo entenderlo.
Todo esto me supera.
Muchos abrazos y viva el amor.