Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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36. CANSA SER

El hombre me observa con sus ojos pequeñitos, me clava una mirada azul e inquisitiva que yo esquivo. Entre decepcionado e irritado por la ausencia de respuesta, me llama por mi nombre. Creo que imposta su voz, grave y profunda, como si quisiera impresionarme, aunque sigo sin inmutarme. «Bien que te conozco», pienso. Me miente, siempre me miente. Sin embargo, yo no soy el de ese lado del espejo, sino este otro, el que me mira desde la foto ajada por el sol de treinta años.

28 Responses

  1. Sí que cansa ser, porque son muchos días seguidos siendo. Habría que elegir cuándo y dónde seríamos con gusto para retener eso como recuerdo, pero no: el espejo es nuestro contable y la foto nuestro admirador. Muy bueno, Eduardo.
    Un saludo
    JM

    1. Eduardo Iáñez

      En efecto, tú lo has dicho: el espejo es nuestro contable, y hay que ver lo eficiente que es, el jodido…
      Gracias, como siempre, por tu visita y tus comentarios. Un saludo, Juanma.

  2. Somos lo que queremos ser y lo que nos sentimos. Y así hasta el final de los días. Me ha gustado ese juego de máscaras entre la real, la del espejo y la de la foto. Relato para reflexionar.

    1. Eduardo Iáñez

      En cualquier caso, Lorenzo, como bien señalas, toda nuestra existencia no deja de dirimirse en ese juego de máscaras en que se cvonvierte nuestra percepción de nosotros mismos.
      Un saludo.

  3. Ana Tomas Garcia

    Yo creo que tienes razón, cansa ser y por eso solemos tener varias máscaras, aunque no escapamos de lo que somos por más que nos disfracemos… Saludos.

    1. Eduardo Iáñez

      No sé yo si en efecto no logramos escapar… De hecho, «Cansa ser» es una expresión tomada de Pessoa. Si él no hubiera escapado en los múltiples poetas heterónimos en que se convirtió, ¿Pessoa sería Pessoa? Lo dejo en el aire.
      Gracias, como siempre, por tu visita y tus palabras.
      Un saludo, Ana.

  4. Virtudes Torres

    El espejo es un objeto, que para mí es casi fetiche. Y siempre te dice la verdad, aunque no se la pidas. Otra cosa es que el que se mira se haya detenido su tiempo 30 años atrás.
    Un abrazo.

    1. Eduardo Iáñez

      Muy interesante lo que planteas, Virtudes. ¿Dónde está la máscara? ¿Sobre nuestro rostro en en nuestros ojos? El espejo no deja de dec¡volver la imagen que nuestras retinas quieren ver.
      Gracias por tu comentario, un saludo.

    1. Eduardo Iáñez

      Meria Jesús, no sé si este micro llega a alcanzar la categoría de filosófico, pero desde luego me alegra que te haya hecho pensar, porque esa es su intención.
      Gracias por tus palabras. Saludos.

  5. Eduardo Iáñez

    Extraños, siempre nos vemos extraños. Claro que sí. Creemos conocernos, como creemos conocer a los demás, pero nuestras máscaras no revelan en realidad lo escondido en nosotros, sino que esconden a ese ser extraño en quien no nos reconocemos.
    Ana U.: gracias por pasarte y por tus comentarios, que nunca me faltan.
    Un saludo.

  6. Ana Fúster

    Me gusta mucho ese triple juego de miradas sobre el que se construye el relato, tan bien escrito como de costumbre. Cuando leo tus textos siempre me da la impresión de que tienen dos o más capas, que cuentan más de lo que en apariencia dicen, y también me gustan las referencias a obras literarias o autores que has hecho más de una vez. Te deseo suerte y éxitos, a mi entender los mereces sobradamente. Saludos.

    1. Eduardo Iáñez

      Gracias, Ana, muchísimas gracias por tus deseos. Y enhorabuena, antes que nada, por comenzar el año, en tu reincorporación, con tanta fuerza… Tu micro de enero es magnífico, un dignísimo ganador: no me extraña que el jurado os haya tenido que nombrar a cuatro. Estupendas.
      En cuanto a lo que me dices, ciertamente me halaga, sobre todo porque comprendo que en ti tengo a una lectora atenta, y eso siempre es de respetar. Es cierto que quizá mis micros sean algo más complejos, con más referencias de lo deseable. Procuro ir aprendiendo de gente como tú a equilibrar un poco el resultado final, aunque sin renunciar por otro lado a cierta densidad que, en efecto, le debo a lecturas compulsivas durante muchos años. Quiero pensar que lo voy logrando, y desde luego apreciaciones como las que sueles hacerme me ayudan enormemente. Gracias por este como por otros comentarios, y por dedicarme algo de tu tiempo.
      Un saludo, y enhorabuena de nuevo.

  7. Salvador Esteve

    Eduardo, por suerte el espejo solo refleja nuestra máscara pero no nuestro interior. Si el protagonista se siente como el de la foto ¿qué derecho tiene el espejo?, jajaja. Muy bueno. Abrazos.

    1. Eduardo Iáñez

      Sí, Salvador; en definitiva, cada uno tiene derecho a escoger su propia máscara, ¿no? Sí, jeje, seleccionamos nuestro autorretrato, le damos un par de pinceladas gruesas y ajustamos nuestra imagen a nuestros deseos. Lo malo es si casa o no con nuestro interior… eso es otra cuestión, ¿verdad?
      Saludos.

    1. Eduardo Iáñez

      Puede que sí, Andrea, que eso deba ser como dices… Pero la literatura no se alimenta tanto de lo que debe ser como de lo que es, y al menos a mí me parece que, con los años, a todos nos gusta pensar que el espejo sigue devolviéndonos la imagen de quienes fuimos. Para nuestra desazón, claro.
      Gracias por tu comentario. Saludos.

  8. Siendo el que nos muestra el espejo y además suele decirnos…¡ya va siendo hora que cambies y cojas el toro por los cuernos!, no?
    Muy buena apuesta. Felicidades y suerte.
    Besicos muchos.

    1. Eduardo Iáñez

      Ay, Nani, te remito también a lo dicho más arriba a Andrea: deberíamos coger el toro por lo cuernos… pero… ¡qué difícil reconocer que nuestra imagen de nosotros mismos es una máscara impostada de quienes fuimos hace ya tanto!
      Gracias por pasarte, y un abrazo.

  9. Ángel Saiz Mora

    El paso del tiempo, nuestras distintas máscaras, ver lo que queremos ver. Estar a un lado o al otro del espejo. Múltiples cuestiones que que darían para ensayos filosóficos y varias novelas. Al final, siempre latente, el saber aceptar e incluso enfrentarnos con quien puede ser nuestro peor enemigo: nosotros mismos. Un buen relato. Suerte y un saludo.

    1. Eduardo Iáñez

      Caramba, Ángel, lo has dicho todo de una forma tan clara y completa, que me has dejado sin palabras. Solo puedo darte las gracias por tus apreciaciones y desearte suerte también a ti con «La sonrisa del ratón», que la merece.
      Un abrazo.

    1. Eduardo Iáñez

      Gracias, Concha, me alegra que te guste. Y a mí me ha gustado ese término de ‘duelo’ en el espejo con que lo has calificado: creo que recoge muy bien lo que he querido expresar.
      Saludos.

    1. Eduardo Iáñez

      Me temo que sí, que a ciertas edades algo hay que hacer… Aunque lleguemos a habituarnos a la presencia de ese otro que nos devuelve el espejo, es sorprendente que aún sigamos reconociéndonos en él.
      Gracias por pasarte. Un saludo.

  10. Me he visto identificada en el sentido de que muchas veces no me reconozco en esa que se mira al espejo. Aunque realmente nunca me gustó ser como era.
    Saludos

  11. Eduardo Iáñez

    «…Nunca me gustó ser como era», dices. Sí. «Cansa ser», como reza mi titulo, prestado de Pessoa. No nos gustó ser lo que éramos, pero lo fuimos. Y posiblemente seguimos siendo alguien que nos gustaría mejorar. Lo malo es que se nos va acabando el tiempo… En fin, que la cosa es jodida, y no quiero ponerme imposible.
    Saludos, y gracias por tu comentario.

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