04. Caperucita
A medianoche, mamá me levantaba de la cama y me hacía entrega de una cesta con comida para que la llevara al bosque. Siempre bajo el mismo árbol. Desde que papá huyó para evitar ser capturado por los hombres malos, me convertí en el hombre de la casa. Aquella excursión nocturna se hizo tan habitual que la mantuve aun cuando el fin de la guerra trajo de vuelta a nuestro padre. Y cada mañana, al retirar la cesta, la seguía hallando vacía.
Me encanta ese final que abre tantas puertas como queramos imaginar. Ese misterio puede entrañar ternura, piedad, desasosiego e incluso locura. Muy buen trabajo.
¡Muchas gracias Paloma!
¿Quién será el que vacía el contenido de la cesta de esta Caperucita tan particular? ¿Sabrá la madre algo que no dice? ¿Por qué la sigue llevando si el padre ha vuelto? ¿Sucedería algo si dejase de llevarla? Las preguntas que la pequeña se hace desde su ingenuidad infantil no son menos que las que nos hacemos cualquiera.
Un micro que deja pensando, que crea inquietud y posibilidades casi inagotables. Todo ello con las mínimas palabras.
Un abrazo y suerte, Raúl
¡De nuevo, muchas gracias Ángel!
Hola Raul, tu micro me parece muy bueno. Me encanta como describes con la inocencia infantil un hecho tan terrible como era el tener que vivir escondido para evitar la muerte y coincido con los otros comentarios que ese final abierto lleno de incognitas es brillante.
Enhorabuena.
Nos seguimos leyendo
¡Muchas gracias Fernando!
Magnífico. Un relato que deja tantas posibilidades abiertas como el dinosaurio de Monterroso.
Los mejores augurios.
Suerte.
¡Muchas gracias Rafa!
Un micro muy bueno, cortito y con un final de los de interrogación, cuanto menos inquietante.
De los que a mi me gustan.
Suerte Raúl
¡Muchas gracias a ti también, Pilar!
Raúl me llevas a imaginar aquellos casos conocidos de personas que quedan aisladas por la guerra escondidos sin saber las nuevas noticias y que aprovechan la generosidad de una caperucita generosa.Espoeremos que no aparezca el lobo. Suerte
¡Muchas gracias Manuel!
Raúl, tu micro me retrotrae a la guerra civil cuando los maquis se escondían en el monte y sus familias les llevaban la comida y todo lo necesario a escondidas de todo Dejas un final abierto con multitud de posibilidades, un amante, un hijo, otros perseguidos. Un abrazo
¡Muchas gracias por tu comentario, Gloria!
Un relato que conecta dos planos semánticos, el del cuento tradicional y el de las guerra, para hablarnos de los secretos que escondemos y de cómo, en su inocencia, esta cándida niña/hombre de su casa no puede aún llegar a la verdad de la vida de los otros. Buen final. Un abrazo.
Muchísimas gracias Raúl. Aprovecho para darte la enhorabuena por El infierno comunica, finalista Premio Iscariote.