51. Captcha
No tenía que haber subestimado la inteligencia de los robots. Parecía una gran oferta: pareja ideal, una casa de ensueño, hijos guapos e inteligentes y hasta puesto de trabajo y jefe por catálogo. Todo con un sencillo clic desde el ordenador. Acepté sin leer la letra pequeña y, desde entonces, sigo solo en este cuchitril trabajando gratis para ellos. Intento darme de baja, pero el sistema siempre me pide que demuestre que no soy un humano.
Robots inteligentes, perversos y prácticos, que tienden trampas a los humanos para esclavizarlos. Has dado la vuelta a ese sistema de «no soy un robot», para pasar a «no soy un humano», una sutileza que no permite que tu protagonista pueda escapar a su condena. Serán máquinas, pero conocen bien nuestros sentimientos, inquietudes, apetencias y aspiraciones, saben cómo engatusar a los seres mortales y orgánicos.
Un relato que enseña que no se debe subestimar a nadie y que crear algo que piensa por sí mismo puede volverse contra su creador.
Un abrazo y suerte, Francisco Javier
Mil gracias Ángel por tus siempre cabales comentarios.
Un fuerte abrazo