23. CARNES
Mi hija nos ha dejado a todos sin palabras cuando toda la familia íbamos a comenzar a disfrutar de la comida. Hoy tocaba de nuevo rejuntada con todos los tíos y tías aportando cada uno un plato para compartir. El tito Andrés una deliciosa liebre, que había cazado con sus amigos, cocinada al horno con patatas. Tita Lourdes un enorme pato de su granja a la naranja. El solterón del tío Antonio un rabo de toro comprado en el mejor restaurante de la ciudad. La abuela Pepa no faltaba con su plato preferido cocinado con esmero: bacalao en salsa de guisantes. Finalmente, mi esposo se esmeraba como siempre en el jardín con la parrilla asando las salchichas de cerdo de su carnicería de toda la vida.
Yo no me había dado cuenta del significado y alcance de sus palabras, que con sus seis añitos nos decía con lágrimas en los ojos:
– ¿No vais a cocinar a Pelu? ¿Verdad?
La perrita no paraba de ladrar.
Liebre, pato, bacalao y cerdo. Ea lógico que ante este menú a base de animales, la niña, en su ingenuidad, tema perder a su perrita, incluso también, que la mascota se muestre inquieta. Todo es carnze realmente, pero de los seres humalos se espera que sean algo más civilizados.
Un abrazo y suerte, Antonio
Eso se espera, pero son los más depredadores, y no paran. Gracias, Ángel, por tu comentario. Saludos
Comprendo perfectamente a esa niña y a su perrita Pelu: entre tanta gente carnívora no puede sentirse a salvo. Que digo yo que unas ensaladas o unas patatas para acompañar tampoco vienen mal…
Un abrazo y suerte.
Rosalía, seguro que hay alguno de esos platos que dices para acompañar tanta carne. Gracias por tu comentario
Antonio, sì es que los niños tienen mucha lógica y no les hacemos caso. Un miedo, el de esa niña, muy justificado. Un relato tierno visto a través de los ojos ingenuos de una niña.
Me ha gustado como tratas el tema.
Saludos
Gracias por tu comentario, Pilar. Un lección por parte de la niña, y un comportamiento, el de los mayores, al que no prestamos atención y apenas reparamos en el día a día. Saludos