48. CARPE DIEM
En mi último viaje espacial, mientras navegaba por la Venusian Air Bypass Highway, me vi forzado a hacer una súbita maniobra de emergencia para evitar colisionar con un cosmobús de la Galactic Tourism Company, que se había desviado de su trayectoria. Tras haber pasado quince meses en coma en el Interplanetary Star Hospital a causa de las lesiones sufridas durante la sacudida provocada por la gigantesca turbulencia generada por el cruce de ambas astronaves a tan corta distancia y velocidades mega-ultrasónicas, hoy me han trasladado a un complejo de reposo construido bajo una cúpula de polvo de estrellas. Apenas instalarme en mi compartimento, advierto que, pared por medio, tengo a Elizabeth por vecina (¡Dios, Elizabeth!), sola, sin su marido. Nunca es tarde, afirmo; me animo y la visito. Qué sorpresa, me dice. Yo le digo tú has sido el sueño imposible de mi vida, el destino al fin ha querido congregarnos, y ya nunca podrás dudar de mis promesas de amor eterno. Ella, tímida, calla primero, luego titubea… y: Ay, Fidel, pero cómo eres, dice al cabo, con unción. Y tú sigues siendo tan hermosa, Liz, le digo yo, viendo cómo un aura rosada y trémula emana de su cráneo.
Hola Víctor. Nos arrastras a una historia casi lisérgica en que los acontecimientos y lo cambios de plano suceden de manera vertiginosa. Mucha suerte con el relato 🙂
Pues yo les veo futuro a estos dos, no sé tú.
Un abrazo y suerte.
Hola, Towanda.
En tan sólo ocho palabras has hecho, con una sencillez admirable, lo que, en términos culinarios, podría decirse que es una «reducción a la quintaesencia de mi intención última».
Muchísimas gracias.
Otro abrazo para ti.
Hola, Juan Antonio.
En ningún momento se me había pasado por la mente que este micro-historia pudiera interpretarse como una experiencia lisérgica del narrador-prota, y es por eso precisamente por lo que me ha alegrado mucho conocer el enfoque que tú le das, y del que tomo buena nota. Aunque el tema, en sí, ande muy lejos de todo eso (y no precisamente por la cuestión aeroespacial).
Gracias por leerme y por ampliar mi campo de visión con lo que me acabas de aportar en tu comentario.
Un abrazo.
VICTOR, Ahí queda ese final abierto, y la posibilidad de cerrarlo; el chico se merece una oportunidad. Divertida historia. Suerte y saludos
Nadie puede negar que tu protagonista aprovecha el momento, y le hace gala al título. Deja cualquier duda a un lado y se lanza a matar.
Me gustó Víctor. Mucha suerte.
Ton.
Muy bien conseguido el ritmo, las descripciones y el glosario. Aunque desconozco si la pareja son «famosos», me has sacado una sonrisa, pues en el futuro también ocurren cosas del presente. Suerte.