04. CARRUSEL (Ángel Saiz Mora)
Observo el recorrido diabólico. Me pregunto qué tiene de divertido un montaje que desafía los principios físicos para causar sufrimiento.
Tomo asiento en el vagón. Ajusto el arnés.
Comienza despacio, pero se acerca una caída libre seguida de giros bruscos y tirabuzones. Llegaré a estar boca abajo.
El traqueteo metálico sobrecoge. A diferencia de otros, no grito, aunque rechino los dientes, mientras me repito que la posibilidad de accidente es remota.
Salgo de la montaña rusa con el cuerpo baqueteado. Nunca unos pocos minutos fueron tan largos.
Necesito más preparación. Hago cola para subir de nuevo.
Llega el día. Desde que supe que Laura, siempre decidida y valiente, quería que fuésemos al parque de atracciones, me anticipé para superar mi aversión a las alturas en espera de lo peor.
Estoy asombrado. Su actividad preferida tiene un movimiento suave y rítmico, alegría, colores, hasta música agradable. Sonríe conmovida cuando le confieso tanto suplicio previo para poder acompañarla, al creer que sus gustos eran diferentes. Ahora no me equivoco: con algo de vértigo también, pero ilusionante, intuyo una vida a la grupa de caballitos que suben o descienden, altibajos de alegrías y pesadumbres, padres que mueren, un hijo que nace.
Qué hermoso cuento, querido Ángel. Y ese final, sorprendente y evocador de aquellos barrocos caballitos en los que adoraba subirme de niña. Bueno, y de menos niña también. Precioso, de verdad. Un abrazo, amigo.
La vida no deja de ser un carrusel con sus giros y altibajos, siempre en movimiento.
Me alegra que te guste.
Muchas gracias, Puri
Un abrazo
Pobre hombre, ya que ha puesto tanto empeño en la preparación, al menos que hagan un viaje en la montaña rusa. A mí me gustan, pero reconozco que algo de vértigo sí que pueden dar. Mucho mejor el carrusel. Y si suben y bajan juntos en los caballitos, aún mejor.
Un abrazo, Ángel.
Creo que, a pesar de su preparación antifobia, él agradece que ella prefiera los caballitos, y, por supuesto, juntos; bastantes vaivenes tiene ya el día a día para buscar más emociones fuertes.
Muchas gracias y un abrazo, Ana María
Pues parece, amigo Ángel, que somos todos muy parecidos, ollas del mismo mar. A veces nos cautivan características en el otro que creemos no tener, en ese momento nos sentimos tan fuertes, tan capaces, que nos atrevemos con todo y luego nos damos cuenta que todos somos vulnerables, tiernos y hasta simples. Así es la vida, un carrusel de fantasía y altibajos emocionales. Bendito carrusel.
Hermosas, y muy reales, tus propuestas. Un abrazo, Ángel.
Olas del mismo mar.
Muy cierto, Mercedes. Somos diferentes y diversos, pero a la vez, muy parecidos. Será por eso que decimos que los demás son nuestros «semejantes». Y bendito carrusel, como bien dices, aun con sus altibajos, o también gracias a ellos. Y muchas gracias a ti, Mercedes, por leer y comentar.
Un abrazo
En la vida, muchas veces ocurre que la diferencia entre nuestras expectativas y la realidad es enorme. Unas veces por exceso y otras por defecto.
Muy buen microrrelato y magnífico cierre para dejar un excelente sabor de boca.
Nunca sabemos lo que va a suceder, esa es la verdad, por mucho que intentenos parcelarlo y controlarlo todo.
Muchas gracias, Valdesuei.
Un abrazo
Un esfuerzo vano, pero que predispone su fortaleza para afrontar la vida, que para nada es lineal.
Ángel, lo que sí es lineal e incuestionable es la calidad de tus textos. Un abrazo y suerte.
Hay esfuerzos que, realmente, parecen vanos, pero también, como bien dices, reflejan una actitud de superación que sienpre es positiva.
Mil gracias, Salvador
Un abrazo
Entre otras sensaciones y descubrimientos (como sus mismos gustos), el enamoramiento por Laura le ayuda a superar su acrofobia. Y a vislumbrar una vida junta a ella, una vida con sus giros y altibajos como un carrusel o una montaña rusa. Fenomenal, Ángel.
¡Abrazo!
Acrofobia es la palabra que define ese miedo a las alturas, insuperable, o casi, para algunas personas, pero ya se sabe que el amor puede con todo.
Muchas gracias y un abrazo, Aurora.
Ay Ángel, qué tierno, ese chico enfrentándose a sus miedos para agradar a Laura. Aunque quizás da más vértigo lo que vislumbra desde los caballitos: como dices, la vida en común de una pareja está llena de altibajos.
Un abrazo y suerte.
Intuye que el carrusel de la vida, también si es en común, no consiste solo en dejarse llevar dulcemente por unos giros amables, pero nada que merezca la pena es sencillo del todo.
Muchas gracias y un abrazo, Rosalía.
Está muy logrado ese paralelismo entre el riesgo extremo y otro, digamos, más o menos normal, y la vida. El título redondea el mensaje y le da la cadencia perfecta.
Un abrazo, y mucha suerte.
La vida es un riesgo permanente si pensamos en todo los que nos puede suceder, pero ahí seguimos y seguirenos, con plenes, giros y tirabuzones, mientras el cuerpo aguante.
Muchas gracias y un abrazo, Rafa
Nada como el enamoramiento y la ilusión por satisfacer al otro o la otra para vencer todo tipo de obstáculos, incluso las fobias. Leyendo este relato se pasa por distintas emociones: tensión, miedo, alegría, ternura, ganas de avisarle de que le espera algo peor que la noria… Muy bien armado.
El enamoramiento y la ilusión son armas poderosas. Ya se sabe que el que quiere, puede.
Muchas gracias, Edita
Un abrazo
Su menté va tan rápida como la montaña rusa.
La vida es impredecible, temo que los caballitos sólo están en las ferias.
Un relato lleno de incógnitas sobre el futuro de tu pareja, gran elipsis. A imaginar!
Nunca sabemos lo que va a suceder, en una relación incipiente, quizá menos aún.
Queremos pensar que a esta pareja le puede ir bien, pero nadie, ni ellos, puede asegurarlo. Como bien dices, qie cada uno imagine.
Muchas gracias y un abraxo, Rosa
Menudo viaje! No sólo el físico, sino el espiritual. Remite a los amores de verano, al primer amor… Es muy chulo!Tiene múltiples lecturas. Enhorabuena, Ángel!
Lo espiritual y afectivo, en el caso de los seres humanos, es inseparable de todo lo que hacemos.
Me alegra que te guste, Susana
Muchas gracias y un abrazo
Estimado Angel, un relato precioso. Me encanta como describes lo que por amor somos capaces de llegar a hacer, superar nuestros miedos , aquello que nos paraliza. Me gusta mucho el ultimo parrafo como metafora de la vida en pareja. Suerte.
Esa vida nuestra que no para de girar como un carrusel, que a veces se transforma en una abismal montaña rusa, curvas cerradas, o balsa de aceite. En buena compañía todo se sobrelleva mejor.
Muchas gracias y un abrazo, Fernando
¡Pobre chico! Enternece su amor por Laura, ése mismo que lo ha hecho enfrentarse a su miedo a las alturas en la terrible montaña rusa, para luego darse cuenta de que, encima, se equivocó: a ella no le encanta la montaña rusa, sino el carrusel (acá en Argentina le decimos calesita).
Viéndole lo positivo, este chico, sin proponérselo, hizo terapia de exposición, y aunque no creo que vuelva a subirse a la montaña rusa, la experiencia lo hizo enfrentarse a su fobia más grande y empezar a superarla…
Subir a la montaña rusa es de esas experiencias que, al menos yo, no pienso repetir… Yo era chica cuando subí, allá por los ochenta, con mi mamá y mi hermana… Lo recuerdo como una experiencia espantosa que a ninguna de las tres nos gustó y mucho menos nos pareció divertido (cuando por fin nos bajamos, mi hermana y yo estábamos blancas como un papel…)
Con o sin fobias, siempre es un placer leerte, Ángel querido.
Besos y suerte para vos,
Mariángeles
Si hay una emoción fuerte es la de las montañas rusas, concebidas para provocar la sensación de caída previa a la muerte. Hay quien gusta de probarse para sentir esa emoción, pero de forma segura, y quien prefiere no pasar por ello, o, como fue tu caso, una y no más. Puede que la manera de superar los miedos sea desafiarlos una y otra vez hasta convertirlos en rutina, como intentó el protagonista, aunque es más sencillo decirlo que hacerlo, desde luego.
Mil gracias, Mariángeles. Abrazos
Había pensado alguna vez sobre el sentido de las montañas rusas, pero sin llegar a hacerme una idea tan clara como la que tú has sintetizado en tus frases: que son un montaje que desafía los principios físicos para causar sufrimiento, que están concebidas para provocar la sensación de caída previa a la muerte. Ojalá que las emociones que nos provocan pudieran prepararnos para los altibajos de la vida real, ilusionante y vertiginosa también, como bien aprecia tu personaje, aunque con muchísimo más que ofrecernos que esos diabólicos artefactos. Lástima que en ella sólo tengamos pasaje para montar una vez.
Enhorabuena, Ángel. Otro gran relato marca de la casa que nos hace pensar, una pieza más de ese valioso puzle que vas conformando poco a poco sobre el ser humano y lo que a él concierne. Un abrazo, amigo, y mucha suerte con él.
La vida ya tiene suficientes emociones y altibajos, bien reales, para andar buscando emociones ficticias al límite, pwro somos así, o al menos algunas personas, como cuando le preguntaron a Hillary por qué quiso subir sl Everest y respondió: «Porque estaba ahí».
Mil gracias, amigo Enrique
Un abrazo
Estupenda descripción la que haces Angel, casi me ha dado la vuelta el estómago igual que cuando he montado de verdad. Y luego he montado en ese tiovivo de caballitos mientras sentía la ternura entrañable de su protagonista.
Bonito y muy bien contado este relato .
Un saludo
Me alegra que te guste, Gema
Muchas gracias y un abrazo
La vida es un carnaval decía Celia Cruz, aunque casi se parece más a un carrusel.
Pasado el susto de la primera curva, ya nos subimos a donde haga falta. Aunque muchas veces sigue dando vértigo.
Mucha suerte Ángel ♣
Curvas peligrosas y vértigo no van a faltar, pero que sigamoa girando muchos años.
Muchas gracias, Esperanza.
Un abrazo
Muy acertado ese paralelismo entre el carrusel y la vida. El viaje está lleno de altibajos inesperados y no sabes cuándo termina. La incertidumbre provoca más vértigo que la montaña rusa. Excelente relato, Ángel. Tus letras siempre son un valor seguro. Besos.
Necesitaríamos certezas y suelo firme donde asentarlas, pero ya sabemos que la vida no se detiene poe nasie.
Mil gracias, Pilar.
Besos
Por amor se hace de todo, hasta intentar superar miedos que nos han paralizado siempre. En este caso el esfuerzo ha sido aparentemente excesivo, pero no ha caído en saco roto, porque la pareja valora ese gesto hasta conmoverla. Además, de todo se aprende. Al fin y al cabo la vida es todo un carrusel de dificultades a las que enfrentarse, como certeramente has titulado el micro. Muy buena propuesta, Ángel, me ha encantado. Un abrazo y suerte, Ángel.
Como bien dices, de todo se aprende y todo sirve para algo, aunque necesitemos la perspectiva que da el tiempo y la calma para constatarlo, en el momento, en caliente, la realidad se distorsiona más.
Me alegra que te guste, Juana, y muchas gracias por leer y comentar.
Un abrazo
Siempre dicen que para superar una fobia no hay que huir de ella sino que hay que insistir en ella. Siempre me ha parecido una terapia un poco bruta, es verdad, pero creo que suele funcionar. En tu relato, a esto le añades una motivación amorosa y eso le da un cariz mucho más humano y romántico. La poesía está en esa comparación de las emociones, de la vida, con el carrusel.
Un relato muy completo y con mucho significado.
Precioso, Ángel
Ya sabes aquello de «si no puedes con tu enemigo, únete a él». Seguramente, sin la motivación que tiene, hubiese seguido con su fobia, pero estimó oportuno intentar superarla o, al menos, sobrellevarla lo mejor posible, para no desentonar ni defraudar. Los sentimientos son un motor importante.
Me alegra que te guste, Pilar
Muchas gracias y un abrazo
Un cuento muy romántico Miguel Ángel. Se nota que las apariencias muchas veces pueden engañar. No por ser muy decidida como Laura significa que uno tiene afán de emociones fuertes y al contrario, uno muy parado puede sorprender de lo que puede llegar a hacer como actividades de riesgo. Muy bonito final.
Ánimos y suerte.
No hay que fiarse de las apariencias, efectivamente. Está claro que la vida está llena de sorpresas y que no se debe etiquetar a nadie de primeras, ni después.
Muchas gracias, Liliana.
Un abrazo
Hola, tocayo.
Bonito y romántico objetivo: superar los miedos para conquistar el amor.
Un cálido saludo.
No hay nada mejor para activarse que una buena motivación, y la del amor es de las más potentes.
Mil gracias, gran tocayo.
Un abrazo grande
Buenísimo Ángel. la vida puede, o no, ser una montaña rusa constante para la que siempre hay que estar preparado. Enhorabuena.
Mira que da vueltas y nunca sabemos lo que va a pasar, solo podemos, si acaso, intuir.
Gracias por leer y comentar, Sergio.
Un abrazo
La búsqueda de emociones fuertes, del chute de adrenalina, se ha convertido en diversión en nuestra sociedad y, a veces, es incluso una forma de vida. Pero la felicidad es otra cosa, es equilibrio, serenidad… Mejor el carrusel, que en tu relato puede simbolizar una vida ordenada, con sus idas y sus venidas, sus altibajos, pero exenta de peligros y emociones límite. Algunos dirían que eso es aburrido, pero cuando es compartido, la cosa cambia y la emoción fuerte es otra que no se parece para nada al miedo.
Fantástico relato, Ángel. Muchas suerte.
No se puede sintetizar mejor. La serenidad compartida y la vida con sus altibajos ya tiene suficientes emociones, no hace falta inventarse más, vienen solas.
Muchas gracias por leer y comentar.
Un abrazo, Anna
Vaya, querido Ángel, qué ternura de cuento y qué capacidad la tuya para pasar del miedo a la felicidad en tan pocas palabras. El amor lo mueve todo, y a tu protagonista le ha ayudado a superar sus temores más profundos. Enhorabuena, maestro.
Pocas cosas motivan más que el amor. Superar el miedo a las montañas rusas no elimina el temor por lo que pueda venir, pero las cosas, en buena compañía, se llevan mejor.
Muchas gracias, Jesús. Para maestro, tú.
Un abrazo
Igual ella lo hace para no hacerle sufrir más. Muy bonita la metáfora de la vida.
Excelente relato. Mucha suerte en este parque de atracciones.
Si ella se ha tomado la molestia de preferir unos caballitos que una vertiginosa montaña rusa, es que esta pareja puede tener futuro, pues cada uno tiende a ceder algo para que todo fluya.
Muchas gracias, Antonio.
Un abrazo
Qué belleza de texto, Ángel. Las creencias del amor lo mueven a uno a hacer lo impensable, incluso luchar contra las fobias propias. A mí me sucedió algo parecido a lo que cuentas: por amor, me monté en todo lo peligroso de ferias y parques de atracciones junto a la que es ahora mi mujer, a pesar de mi vértigo diagnosticado. Curiosamente, con el tiempo, he superado el miedo a todo, ya no me tiemblan las piernas cuando me bajo de la atracción de turno y levanto incluso los brazos en las más arriesgadas. Mi mujer hace años que no se monta. Me ha encantado, amigo mío.