36. CESTONA 2023 – EPI
He vuelto al Balneario de Cestona 61 años después. Mi abuela tomaba las aguas allí y ese año me llevó.
Ya no queda nada de aquel niño que correteaba por el complejo.
El edificio sigue igual. Anclado junto al río Irola y envuelto en un ambiente decimonónico.
Pasillos interminables de madera con una alfombra estrecha en el centro que me recordaban a la película de El resplandor.
El crujido de la madera se transmitía por mi columna vertebral y me erizaba el vello.
Me habían informado de que estaba casi lleno, pero yo no veía a nadie.
Me dirigí al salón de baile. Recordaba perfectamente donde estaba. Y al abrir la puerta me quedé maravillado. El espacio imponente. Sin embargo, estaba vacío.
Al mirar los espejos verticales de las paredes me quedé espantado. Había mucha gente bailando, dando vueltas sobre sí. Sonaba un vals. Empecé a girar vertiginosamente y caí de espaldas.
Al abrir los ojos, varias personas se inclinaban sobre mí.
Todo parecía normal. Sonaba “Despacito” de Fonsi. La gente bailaba alegremente.
Me senté. Y al mirar otra vez al espejo, vi a una señora con un traje de principios del siglo XX que me sonreía.
¿Era mi Abuela?
Un relato sobrecogedor, con fenómenos paranormales y guiños a «El resplandor» de Kubrick. A veces los lugares, espejos incluidos, testigos de otras épocas y del paso de otras gentes, quedan impresos de forma indeleble.
Un abrazo y suerte, Epi.
Ese ambiente decimonónico bien reflejado en esos enormes espejos, maderas, pasillos y un personaje confundido atrapado entre tiempos. Me gusta Epi, suerte, abrazos
Mezclas con gran habilidad el presente y el pasado, Epi. Tanto, que hasta a tu propio protagonista le cuesta discenir el pasado del presente. Buen relato, Epi. Un gran abrazo