37. Cien mil mariposas (Alberto Moreno)
Tío Marcial siempre nos ha infundido respeto (un respeto de esos, cercano al miedo), sobre todo desde que nos desveló la promesa que hicieron él y sus compañeros cuando regresaron de la legión: Hemos jurado cazar, entre todos, cien mil mariposas, dijo. Y, aunque asegura que él cumplió su parte enseguida, sabemos que aún mantiene la afición. Por eso cada domingo, al alba, los primos y yo nos atrincheramos tras las cortinas, para verlo.
Cuando entra, y saca el manojo de agonizantes lepidópteros, ya nos cuesta respirar. Pero cuando además comienza a insertarlos salvajemente por los pasillos, con esa mirada furiosa, haciendo crujir sus cuerpos y llenando las paredes de aureolas púrpuras… sentimos como si la sangre se nos escarchara. Luego, sin embargo, llega lo más desconcertante: Tío Marcial, hombre de costumbres, descuelga uno de los ejemplares (siempre es el mismo: una enorme mariposa macho, de ojos gigantes, antenas robustas), y se internan en su alcoba durante horas. Ahí les perdemos la pista, y tan solo escuchamos fuertes aleteos y extraños susurros.
Finalmente, cuando el reloj de la abuela casi junta sus agujas, lo vemos salir corriendo, a trompicones. Nervioso, por llegar a tiempo a misa de doce.
Un personaje inquietante y una historia que no lo es menos. Este coleccionista de mariposas tiene algo de sádico y de místico, no solo acumula insectos por afición o fetichismo, sino que también establece con ellos una relación que tiene mucho de brujería, de ahí esos arrebatos místicos que le conducen a misa.
Una historia que abre la imaginación, abierta a posibles interpretaciones, que pretende perturbar y lo consigue, de forma muy efectiva y efectista.
Un saludo, Alberto. Suerte
Muchas gracias, Ángel, eres capaz de profundizar, desentrañar, interpretar… siempre en positivo, siempre altruista, siempre para sumar ánimos e ingredientes al relato. Tus comentarios son, de hecho, no solo un aliento que nos ayuda a seguir, sino también uno de los principales pilares de esta web.
Que lo sepas, jeje
Al leerlo, Alberto, se me han puesto los pelos de punta, pero más cuando se me ha ocurrido pensar en que a lo mejor las mariposas no son simples lepidópteros…Intrigante, misterioso, y perturbador.
Much suerte, saludos.