42. CLAMOR
Cuando estamos juntos nos miramos sin decirnos nada.
De sus manos se desprenden a ratos aromas infantiles. Sin duda recuerdo de tantas caricias hidratantes en la suave piel enrojecida, el gesto de comprobar la temperatura del baño, la gota de leche en el dorso, los divertidos momentos de cosquillas mientras aplicaba el bálsamo.
Su rostro, surcado de tiempo y de quebrantos, transparenta tartas de galleta y chocolate, besos que perviven sin horario, cómplices guiños de difíciles adolescencias, inundaciones de lágrimas de amores llovidos. En su pelo luce el brillo de la plata, la cadencia del vuelo de las mariposas, el apresto del poder sobre el enredo, el baile sensual entre las ondas.
De tanto dar se fue quedando vacía y hoy, ya ausente, nos miramos de esa manera que se miran los felices. En sus pupilas brilla un reflejo de quien soy, su amado hijo, razón de toda su vida, que todo me lo dio, en las mías, una curiosa interpretación del tiempo intenta atesorar lo que tanto me ofrece el potencial de su silencio.
Hay silencios que encierran muchos recuerdos y también todas las palabras.
Entrañable texto, Juan Manuel. Me ha gustado.
Un abrazo.
Si, Manoli, a veces un silencio te hace entender lo que las palabras se muestran incapaces. Me alegra que te guste, gracias por tus palabras. Otro abrazo para tí.
Una persona que se ha entregado en cuerpo y alma a otra, frente a la que ha tenido la fortuna de recibir ese generoso beneficio, no necesitan ni tan siquiera hablar. La mirada, los gestos, la actitud, lo dicen todo, pues hay tanto detrás de ese «todo» que casi no puede expresarse, solo sentirse, aunque tú cuentas muy bien ese clamor silencioso en forma de una energía quizá invisible, pero del todo presente. No hay mayor vínculo que el de quien se ha vaciado por otro. Mirar como se miran los felices, qué más se puede pedir.
Un abrazo y suerte, Juan Manuel
Me encanta tu comentario, Ángel. Igual que los silencios forman parte importante en todas las partituras, resulta que la vida se entiende mucho mejor gracias a los silencios. Sobre todo algunos silencios, no los silencios baladíes vacíos de contenido, sino aquellos que contienen un clamor, que no grito ni queja ni gemido, sino voz. Esa voz queda que es madre de todas las lenguas.
Gracias por estar ahí. Un fuerte abrazo.
Entrañable esta historia de silencios, complicidades y vida. Mucha suerte para este clamor sin decibelios.
Gracias, Paloma.
A veces no somos conscientes de lo que un silencio puede irradiar, de que la comunicación entre silencios no tiene interferencias, de que los silencios no son para escucharlos sino para sentirlos.
Pocas cosas son tan intensas.
Un abrazo.
Silencios que claman sentimientos. Casualmente, esta convocatoria me ha sugerido algo parecido, y aún no te había leído. Cosas que pasan con la magia de la creatividad y la escritura. Un abrazo fuerte y mucha suerte.
Gracias, Aurora. Muy bien llevada tu historia de esa pareja y el silencio que es como la gota de agua que rompe las piedras. Ideas parecidas, en mi relato se apunta más bien al mayor de que ese silencio es la pieza que completa el puzzle de los sentimientos hijo-madre.
Mucha suerte. Te mando un abrazo lleno de deseos navideños.
…en mi relato se apunta más bien al matiz…
Corrección de errata.