17. Coches (Javier Ximens)
[Al Cowboy Carlos Romano de la Parra Silva]
Hace un año me robaron el Aston Martin azul. Me lo habían regalado mis padres. La policía dijo que buscaban dinero y joyas, pero que al no hallarlas, se llevaron los coches. Los otros eran obsequios que hice a mis hijos por sus cumpleaños: Un Maserati plateado y un Ferrari amarillo. Las grabaciones mostraban a dos individuos saliendo con una bolsa de deportes y mi sombrero de tratante de ganado.
Días después, otras imágenes nos trajeron pésimas noticias. Mi familia, conocedora de que la ilusión de mi vida había sido el Jaguar «E», descapotable, biplaza rojo, me lo regalaron por mi cumpleaños.
El Aston Martin representaba para mí la pérdida de la juventud. Días después de la Navidad de 1965, mi padre me dijo que partía con mis hermanos a Alemania, que aquí no había trabajo, y que en delante iba a ser yo el «hombre de la familia». Abandoné el coche de cuerda, la escuela diurna y me puse de mozo en un comercio.
El Jaguar representa el paso brusco de la madurez a la vejez.
Hace unos días, mis nietos se han presentado en casa diciendo «mira abuelo, un Fórmula 1», y me pasean en él.
Hay objetos unidos a momentos culminantes de las vidas de cada uno. Conservarlos, cosa que no siempre se consigue, puede acabar por conertirse en una suerte de pequeño museo personal, de dudoso valor económico, quizá, pero con un valor sentimental que no podría reemplazarse con nada. La pérdida de ese pequeño Aston Martin corrobora también la de esa juventud que ya nunca volverá. Los hijos, al igual que el Maserati y el Ferrari, un día se marchan del que fue su garaje, para recorrer otros caminos. El Jaguar, como el mismo narrador y protagonista cuenta, es la vejez inexorable. Ese Fórmula 1 es el último de los coches, posiblemente, si no me equivoco, una silla de ruedas.
Un relato original y lleno de simbolismos, con coches de juguete que jalonan una trayectoria vital.
Un abrazo y suerte, Javier
Pleno, Ángel.
Me ha encantado Javier, creo que no hace falta decir más. Un cálido saludo compañero.
Me ha faltado una coma. Me ha encantado el escritor, pero también el relato. Ja,ja,ja
La pasión por los coches es algo común entre algunas personas. Hasta ahora eran los hombres los que presumían con sus amigos de sus deseos y sus logros cuando conseguían algún ejemplar,a veces sobrestimado y algunas mujeres se quejaban de que ellos trataban mejor a los coches que a ellas, pero eso ya pasó ¿verdad?
Ay Dios mío! Qué sea una realidad y que hayamos evolucionado.
Ximens, también tu relato, tam bien escrito, sirve para hacer estas reflexiones.
Feliz tarde de otoño.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Leo todo vuestros relatos pero no os puedo comentar por del Premio Lince.