52. Coetáneos
Cada vez hay menos personas de mi edad. Es algo que viene ocurriendo desde que nací, aunque no haya caído hasta ahora en la cuenta. Los que quedamos vivos andamos desperdigados por el mundo, con poco más en común, seguramente, que el haber visto la primera luz el mismo día. Avanzamos en la posición que el reloj nos otorgó, como caballos de un tiovivo, ajenos a las bajas causadas a uno y otro lado por los rigores de la existencia. Llegará un momento en que sólo quede uno y quizá no sea más consciente de su singularidad que aquel inocente que se fue primero. Vivirá como cualquier otro el resto de su tiempo, pensando tal vez en si cumplirá un año más, si merecerá la pena hacerlo, o acaso sin poder articular ya pensamiento alguno. Y después se irá también. Antes de callar para siempre, haya o no alguien a su lado, puede que ría dichoso, que entone un canto melancólico, o incluso que grite de rabia. Sea como sea, el ruido de su sola garganta nunca podrá igualar al que hicimos con nuestro llanto los cientos de miles de nacidos aquel domingo de junio.
Un tío de mi mujer siempre decía, tras cada nuevo nacimiento en la familia, que había llegado al mundo otro sufridor. Vivimos sin querer ser del todo conscientes de nuestra naturaleza efímera, con sus buenos momentos, pero también siempre inquieta y trabajosa. Los nacidos un mismo día tienen una esperanza de vida similar en teoría, aunque unos terminarán antes su recorrido que otros. Todos al unísono lloran saludando la vida y anticipando las asperezas que les aguardan. Cada cual tendrá sus circunstancias, pero tienen mucho en común: el deseo de salir adelante, de ser felices, y su inexorable fin; todo ello, de alguna manera, les hermana.
Un relato que hace pensar, que quizá relativiza tantas cosas que nos preocupan y con las que perdemos un tiempo precioso que siempre se escapa. Lo que cuentas y la maestría con que lo haces calan dentro.
Es un gusto leerte, Enrique. Un abrazo y suerte.
“Cada vez hay menos personas de su edad. Es un hecho que viene ocurriendo desde que nació, aunque no haya caído en la cuenta hasta ahora” Qué buena reflexión. Cuando caemos en la cuenta, ya han caído muchos por el camino. Muy bueno.
Pues sí, todos estos sufridores están hermanados de algún modo por el reloj. La historia, si es que puede ser considerada como tal, parte de la revelación personal, expresada an la primera frase, de algo que es tan obvio que no sé cómo no lo había visto antes. A partir de ahí me he dejado llevar por una reflexión sin muchas pretensiones y a la que he intentado dar sentido de relato. Me alegra mucho que te haya gustado y que te haya hecho pensar, aunque diría que no hay nada bajo el sol, ni encima de él, que haya escapado a tus reflexiones. Muchas gracias una vez más, Ángel, por tu caballerosidad y generosidad. Un fuerte abrazo, amigo.
Está idea es de esas que apuntas por ahí en espera de una ocasión apropiada. Me alegra que te parezca interesante.
Muchas gracias por todo, Edita.