85 – Cómo me libré de mi esposa (R. L. Expósito)
—Pili, no lo hagas que ya tienes una edad —le dije—. Que te vas a dar un castañazo. —Había levantado el móvil—. Pili que te estoy grabando, ¡mira que lo cuelgo en internet!
Mi esposa bufó sonrojada, pero siguió apartando niños de la cola que subía al Tobogán Tubería del parque acuático. Deseaba tanto llevarme la contraria que llegó arriba, me dedicó una peineta y luego se lanzó, cual pirata al abordaje, sin imaginar el alboroto que causaría abajo: gente boquiabierta o riendo y ella venga pedir auxilio; los socorristas alarmados; una tropa de entendidos que discutían si tirar o empujar, también algún gracioso proponiendo que cortaran por lo sano; y los pies de mi esposa, que asomaban por el túnel de salida, unas veces quietos y otras pataleando.
—Pili, escucha, yo te quiero igual —mentí desde fuera porque parecía receptiva—, pero que sepas que has engordado en vacaciones.
Ella enmudeció. Solo cuando los bomberos la desatascaron, ya de noche, exigió salir de la piscina por su propio pie; el agua hervía a su paso y a mi lado murmuró:
—Date por divorciado.
Ahí dejé de grabar, no fuese a cambiar de opinión.
Me alegra toparme con un relato alegre y cargado de humor.
Sonrisas y flores,Raúl.
suerte
Manuela
Ay, Raúl, cómo me he reído. Me imagino la escena como si la estuviera viendo. Muy divertido y refrescante para el verano.
Pues muchas gracias a las dos. Me alegra que os haya divertido la historia, de eso se trataba.
Raúl, vaya situacion tan simpatica; la cuentas con humor y buen ritmo. Suerte y saludos
Gracias por la visita, Calamanda. Sí, últimamente me tira mucho el humor. Suerte a ti también.