76. Como una sombra (Esperanza Tirado Jiménez)
Ellos estaban a su lado desde que podía recordar. La acompañaban como una sombra tenebrosa.
Hasta en sus momentos buenos ellos permanecían allí, agazapados, esperando el momento de actuar e hincarle el diente a sus emociones.
A veces ellos aparecían mientras se miraba en el espejo, deformando su figura de modo grotesco. Entonces su aversión por la comida aumentaba. Y comprar ropa era toda una tortura.
En el día a día ellos bloqueaban sus decisiones por las cosas más simples, darse un capricho, preguntar algo de su interés, entrar en un bar lleno de gente…
Frecuentemente ellos atenazaban su cerebro, que se desconectaba de su lengua. No era capaz de participar en charlas informales. Así, su opinión nunca se escuchaba, secuestrada por ellos, sus monstruos internos.
Se había acostumbrado a convivir con esos terribles monstruos. Tanto que con sus enormes y puntiagudas fauces habían casi devorado su espacio vital.
Hasta que ya no pudo más y gritó. Y su grito sonó lejos y fuerte, como un eco en las montañas. Sus monstruos parecieron sorprenderse y desdibujarse en partes. A través de ellos creyó ver una luz.
Ayuda.
Hola, Esperanza.
Unos monstuos que vienen de dentro y, en mi opinión, los peores. He creído ver al monstruo de la anorexia y se me han puesto los vellos como escarpias…
Este mes viene fuertecito de emociones.
Un abrazo grandísimo y suerte.
Pues sí, Towanda, nuestros propios monstruos son los peores. Porque a veces nosotros mismos los alimentamos, se ponen demasiado gordos, hacen de muralla y no nos dejan ver más allá.
Anorexia, autoestima, la falta de ella más bien, inseguridades múltiples, que son como los Jinetes del Apocalipsis, arrasando nuestro interior.
Gracias Towanda. Suerte para ti también.
Abrazos.
Temibles monstruos con los que es muy difícil luchar y que pueden destruirnos. Una narración muy bien estructurada y que, con acierto por tu parte, tiene final feliz. Enhorabuena y suerte.
Es una lucha constante, en la que muchas veces decaemos. Sobre todo si no encontramos, o no vemos, la mano adecuada a la que agarrarnos para salir de ese laberinto.
El final se ve lejos, pero al menos se ve.
Gracias Belén.
Estos monstruos, los alimentan otros monstruos, llamados «negocios».
como implantar un solo estilo de moda, y de imagen.
Buen relato, Esperanza.
Hay monstruos muy monstruosos hoy en día. Muchas veces están impresos a todo color en las revistas de moda, o en la tele, enseñándonos sus blancas y perfectas fauces. Los resultado causan estragos en la vida real y normal.
Gracias María Jesús.
Saludos.
Esperanza, muy buen micro, que se deja leer con fluidez.
Los monstruos interiores son los peores, y de los que nos suele resultar mas dificil escapar. Bravo por tu protagonista.
Un abrazo
Son terribles. Sobre todo porque nadie más que nosotros los ve. Hay que ser fuerte ante / contra ellos.
Gracias Blanca. Un abrazo.
Esperanza, buen micro. Las luchas internas son despiadas. Suerte y saludos
Nuestro peor enemigo a veces somos nosotros mismos.
Gracias Calamanda. Saludos y Suerte para tu relato.
Hay que tener coraje y valor para enfrentarse a esos monstruos, parece que el/la protagonista lo tuvo y pidió ¡AYUDA! Buena historia, suerte.
Saludos.
Entre ataque y ataque a veces hay que sacar la cabeza y buscar la salvación. Si no, sería casi imposible (sobre)vivir.
Gracias Beto. Saludos.
Demostrado está, los peores monstruos son los propios, tan difíciles de erradicar porque en realidad no existen de forma tangible, son una perversa creación nuestra que, sin embargo, nos condiciona gravemente. Pueden ser de muchas clases, estar agazapados como sombras tras una simple timidez, que viste de antipatía a quien no lo es.
Sin embargo, al final ese grito de rebeldía abre un resquicio de luz entre tanta penumbra.
Suerte y un saludo
La timidez extrema, confundida con antipatía, es de lo peor. Esa experiencia me es bastante familiar. A veces hay que dar un salto muy grande, aunque nos cueste sudores y otros miedos.
Gracias Ángel por tus comentarios, siempre animan.
Saludos.
Luchar contra esos «temores» que nos aterran, sin que los veamos, resulta complicado.
Muy bueno. Te deseo suerte.
Es complicado pero necesario. Si se logra vencer se consiguen más cosas positivas de las que uno imagina.
Gracias Ton por comentar. Saludos.
Y suerte para tí también.
Menos mal que ha dado el paso correcto para deshacerse de ellos, esperemos que a tiempo.
Ojalá que no sea demasiado tarde.
Gracias Lorenzo. Saludos.
Nuestros monstruos internos ahí, haciéndonos la vida imposible y viajando con nosotros a donde quiera que vayamos. Me gusta que le hayas abierto una ventana al personaje al final. Besos y suerte.
Deberíamos dejarlos en cualquier apeadero perdido y liberarnos del todo.
Gracias Ana. Suerte para tí también.
Terrible realidad la que nos muestras de manera tan magnifica. Esos monstruos los tenemos todos escondidos, agazapados, esperando un momento de debilidad para que ellos abran sus fauces y nos anulen como personas, creando una distorsión de la realidad, enfermando nuestros sentimientos.
Menos mal que al final ve una luz, que corra hacia ella y calle a sus monstruos.
Fantástico Esperanza.
Casi son como esos espejos deformantes de las ferias en los que ni te reconocías. Al menos te reías un rato. Los monstruos internos cuando asoman no dan tregua.
Gracias Mª Belén.
Esos sin duda son los peores de todos los monstruos, los que alimentamos nosotros mismos. Nos conocen tan bien que no hay escapatoria. Me ha gustado esa estructura que nos recuerda el martilleo constante al que se ven sometidas las personas que se ven en estas tesituras. Mucha suerte 🙂
No había caído en lo del martilleo. Tienes razón. Gracias por la idea.
Y mucha suerte para tí también.