63. Compañero inseparable (Blanca Oteiza)
Lo hallé una tarde de lluvia junto al felpudo de mi entrada. Sus ojos casi humanos me convencieron para darle una oportunidad y así abandonar mi soledad. Tuve que buscarle un hueco donde poder descansar, cuando lo ubiqué bajo la mesa de la cocina ni se quejó. Al principio, reconozco, no le hacía mucho caso, pero con el tiempo, su compañía se ha vuelto en la mejor rutina, siempre deseando regresar a casa para encontrarme con él. Ahora vemos películas en el sofá, charlamos junto a un café humeante en las tardes de invierno, nos arropamos bajo la manta. Y lo mejor de todo, es que no tengo que gastar en pienso ni visitas al veterinario, tan sólo necesito enchufarlo unas horas y listo para comenzar un nuevo día.
Un perrito inteligente. De cualquier modo no deja de ser un entrañable amigo. Por como lo cuentas, se ve que han congenieda.
Un besoooo y feliz noche.
Puede que no sea un ser vivo y mortal, pero nadie puede negar a esta mascota cibernética, más bien a sus creadores, su capacidad para convertirse en «compañero inseparable» por la vía de los hechos. Otra ventaja: no hay que limpiar «sus cosas».
Un abrazo y suerte, Blanca.
Muchas gracias Ángel,
Cierto, otra ventaja y de las buenas, no tener que recoger sus cacas.
Un abrazo
Muchas gracias Mercedes,
A veces no sólo los humanos te hacen compañía, en este caso un perro-robot también sirve para que el protagonista no se sienta tan solo.
Un abrazo