Con más vagancia que escrúpulos (Alberto BF)
Mi objetivo vital siempre fue subsistir sin pegar un palo al agua. Por eso, tras una formación básica, ingresé en el seminario. Pensé que, con un poquito de oración y cierto dominio sobre la Biblia, bastaría para mantenerme sin demasiado esfuerzo, pero en cuanto vi la cantidad de versículos que había que aprenderse, cambié de opinión. No pasé del Génesis, y, antes del primer año, ya estaba buscando otra ocupación.
Mi siguiente tentativa para vivir sin esfuerzo fue la docencia. Dos meses de vacaciones, casi tres con Navidades y Semana Santa; menudo chollo. Los chavales eran majetes, pero cuando me tuve que enfrentar a la pesadez de sus familias, entendí que ni de broma era el camino. Meses después acumulaba mi segundo intento fallido de subsistencia fluida.
Mucha mejor pinta tuvo lo de ser todólogo tertuliano. Sobre el papel, era la opción ideal, pero una discusión con Pepelu, el hijo de un magnate televisivo, mandó todo al traste. Aún me duele recordarlo.
Afortunadamente, todo cambió desde que llegó aquella carta con sello de Tegucigalpa. Una pariente lejana, desconocida y multimillonaria, nombraba heredera universal a mi madre. Desde entonces, me he especializado en toxicología para deshacerme de ella sin levantar sospechas.


Todologo tertuliano , jajaja, me ha encantado ese término. Desde luego menuda suerte la de tu vago protagonista. Tu relato es la antítesis de la teoría del esfuerzo que se ve recompensado .
A ver cómo le va como asesino.
Has creado todo un personaje.
Un saludo
Todo un ejemplo de esfuerzo para no esforzarse. Un relato que transmite humor de picaresca, que acaba transformándose en humor negro. La vagancia acompaña sienpre a estenñ personaje, también la falta de escrúpulos a la que alude el título, aunque exacerbada y sin límites al final.
Encantado de leerte sienpre, Alberto
Un abrazo y suerte