32. CONGAS
Para mi esa verbena no era más que la posibilidad de bailar con ella sin que a nadie le pareciera extraño ni se percatara de lo nuestro.
Mientras disfrutaban de “La conga de Jalisco”, como si vivieran el gran momento de sus cotidianas vidas, nos escapamos a la era para tumbarnos bajo la atenta mirada de una luna disfrazada de enorme canica blanca.
Fue al paso de una estrella fugaz cuando Lucia propuso que pensáramos un deseo en silencio entrelazando nuestras manos, y según ella si coincidíamos se cumpliría al instante.
La verdad es que el instante duró cuatro verbenas, pero a los quince años, en la misma era, bajo el mismo cielo, pero con luna nueva, no hubiéramos visto pasar a un metro de nuestros descubiertos cuerpos al mismísimo diablo en un carro de fuego.
A los quince años no distingue uno las puertas del mismísimo infierno en las narices cuando está en el séptimo cielo con otra personilla (ni a los veinte, ni a los treinta…). Qué recuerdos de verbenas playeras, bailes en pareja, cuerpos pegoteados de sudor y arena, miradas, rubores y demás. Muy nostálgico. Saludos y suerte.
Gracias, Ana. Me alegra te haga revivir recuerdos agradables. Yo a los quince no viví algo así de contundente, por eso seguramente lo hago mientras escribo, es una manera de crearme vidas paralelas.
Un beso
Qué bonita ceguera esa, Javier. Buen relato. Un abrazo
Vaya, Concha, creo que sí, que hay momentos que con ver lo que tienes no hace falta ver más.
Gracias y besos
Gracias, Ana, por la apreciación. Se que es un relato sencillo, pero me apetecía algo en positivo.
Más besos
Bonito relato de amores adolescentes y deseos inocentes.
Un abrazo Javier
Gracias, M Belén. Es una época seguramente irrepetible, pero casi que mejor que así sea porque cuando se da mal ¡vaya tela!
Besos
Joee… Quien hubiera podido sentir en esa era que el mundo empezaba y acababa en ella…
No sé si a esa edad se siente el amor más puro y sincero.
Pero el más inocente, sin duda.
Tú y yo, juntos para siempre.
Para mi desgracia, con quince años, mi amor (Clara, que habrá sido de ti?), pasaba de mí a unos niveles estratosfericos.
Le molaba el macarra malote de la Puch Cóndor…
En fin.
Muy bueno, Javier.
Modes, yo a esa edad estaba más bien en la parra todavía, pero acabó por llegar ese momento de subidones y bajones.
Un saludo
Juan, me gusta lo que me dices de sentirse participativo, creo que es algo que en general nos apetece que pase en relatos como este.
Gracias y un abrazote
Me ha gustado mucho. El relato te lleva a abrir el armario de los recuerdos. La última expresión es demencialmente buena. El tonillo que le das muy propio. Mucha suerte 🙂
Gracias, Juan Antonio. Me gusta abrir armarios. Que te guste el final es estupendo porque quería que reflejara la explosión del momento.
Un fuerte abrazo.
Es un relato que engancha en la primera frase «Para mi esa verbena…» Y por lo que he visto en los comentarios creo que no he sido la única que ha viajado en el tiempo con tu micro, y es que tiene esa magia de las historias comunes, que se sienten en la piel.
Muy bueno. Suerte y abrazos
Gracias Anna, me gusta sobre todo eso de que se siente en la piel.
Mis besos
javier, simpatica situacion bien contada, suerte y saludos
Gracias Calamanda. Me alegra que te resulte simpática, no se pretende mucho más que una sonrisa cómplice.
Besetes
Lo que más me ha gustado a mi, a parte de toda la historia, es el ambiente: la era, la luna y los amantes nuevos.
Pues ya son bastantes cosas para alegrarme.
Muchas gracias y besos