Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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7. CONSIDERADO (EDUARDO MARTÍN ZURITA)

La soledad no cabía en ninguna parte. Los días oprimían como aire difícil de respirar. Escocía cada noche en los ojos lo mismo que gotas de un colirio hecho de aros de cebolla bien licuados. Mi compañero se había ido. Hirió su adiós sin hasta luego, tras el alud de palabras malsonantes salidas de su boca. Y, al mes, aquellas uñas tocaron en mi puerta. Una presencia que apartaría las tinieblas de mi corazón. Le gustaba olisquear, con su nariz chata, los zapatos de la gente. Se entusiasmaba con los pinchos morunos y con el borgoña. Con ser niño entre los niños; y con ponerles esos ojos a los ancianos, tumbándose bajo los bancos que ocupaban, quizá porque tenía también demasiados años. Ladraba, entonces sí, deseoso de morder, a quien tirase, descuidadamente, de cualquier correa. Dudé al ponerle nombre, convencida de que Consi se merecía los mejores adjetivos. Dormía junto a la moto desde que supo que la llamaba mi «cabra». Me escuchaba. Se duchaba conmigo. Comprendía mis versos, estoy segura. Se consumió y se fue. Dolió más que dos muertes próximas. En su tumba, vacía, quise que figurase, con letras de oro de ley: Aquí yace una bella persona.

80 Responses

  1. Martín Zurita

    Hola, Paloma.
    A mí me pasó lo mismo con la respuesta a José Luis(todo un «pildorazo», por cierto, así que imagínate), precedente a tu comentario. Sin desmerecer a ningún compañero ni compañera, por sus atentos, atinados y maravillosos comentarios, esta larga lista se quedada coja, como desasistida, sin el tuyo, que tanto aliento me proporciona a la hora de engancharme al teclado. Hay que ver todo lo que dices en tan poco espacio, cómo envidio tu capacidad de síntesis. Bueno, y tu talento, tu acreditado talento. ¿De verdad hay todo eso en mi relato? ¿He sido capaz de hacer todo eso que dices? Ves, si es lo que digo, maestra, me espoleas y mi cabezota se lanza con el cazamariposas a la caza de ideas que plasmar, vivas, y pulidas, para los ojos y el corazón del lector. Mis gracias son infinitas y el beso que te mando y mis mejores deseos para todo-s, ya sabes, muy pero que muy sentidos.

  2. María José Escudero

    ¡Qué bonito! Ya sé que no puedo añadir nada nuevo en este comentario, pero quiero que sepas que me ha gustado muchísimo: desde el título hasta el epitafio. Mucha suerte y un beso.

  3. Martín Zurita

    Hola, María José.
    Muchísimas gracias por tu comentario. Sí, suele ocurrir que resulta muy difícil añadir algo nuevo a los comentarios; sin ir más lejos, eso me ocurrió a mí con tu precioso relato cuando tanto bueno y atinado se había dicho. Y quiero que sepas que tu sola presencia por aquí ya me habría puesto la mar de contento. Que me pone la mar de contento vaya. Y que te guste el texto, imagínate. Besos.

  4. Muy densa tu historia para oprimir en 200 palabras. La mujer está un poco gafada, se le va la pareja y luego el perro. Peor la vida es así, es lo bueno que tiene, que siempre se pueden sustituir las dedicaciones. Si no es así entra la depresión. Un saludo y un placer haberte conocido.

  5. Martín Zurita

    Hola, Javier.
    Para mí también fue un placer, inmenso, poder conocerte, aunque fuese a tras cartón y saber de tu sensibilidad a pie de obra: tienes unas lágrimas preciosas; pero bueno, la vida es larga como tu escritura y supongo que nos deparará un trato más sostenido. Lástima que no pueda ser el fin de semana de marzo. La vida es una cadena de proyectos no realizados. Muchas gracias por tu comentario, agudo, como cabía esperar, nada al uso, y un abrazote.

  6. Martín Zurita

    Hola, Cocha.
    Quien aprecia la sensibilidad en otro es porque la tiene a su vez. Muchas gracias por tu comentario.
    Besos.

  7. Patricia Mejías Jiménez

    Hola, Martín. Tu historia es una progresión de emociones y sentimientos que desembocan en la humanización de ese Consi, cuyo tributo es una lápida con esta significaba epitafio: «Aquí yace una bella persona.» Porque se transformó en una compañía, en un amigo que la escuchaba y comprendía después del abandono de su primera pareja. Y como comprendía el dolor que le produciría su muerte, prefirió marcharse para que solo quedara de él una tumba vacía. Aunque ella admitiera que esa partida le dolió «como dos muertes».
    Este es un relato grandioso en donde resaltó la evolución de tu personaje, Consi, a paso sostenido, hacia la mejor versión posible que todos, humanos y animales no humanos, podemos llegar a ser y significar para otros.
    Un abrazo, Martín.

  8. Martín Zurita

    Hola, Patricia.
    Muchísimas gracias por tu comentario exhaustivo y generoso del relato. No se pueden sacar más conclusiones de las que tu has obtenido. Y, mira, si alguien ha visto en ese anciano perrito, en Consi, tanto como has visto tú, es porque mereces ser llamada persona, bella persona, una gran persona. Tú sí que eres grandiosa y mereces una acorde enhorabuena, es decir, una a tu altura.
    Un beso muy fuerte.

  9. La protagonista de tu cuento tiene razón. Martín. A veces las bellas personas tienen orejas atentas, y rabos móviles por donde les sale la risa. Y entienden mucho más de oscuridades que los mejores psicólogos. Un gusto leerte. ¡Mucha suerte!

  10. Qué preciosas primeras frases de inicio, muy líricas, para explicar esa ausencia. Y entonces aparece el nuevo acompañante de la protagonista. Y nos lo acercas con los detalles de lo que le gusta. Tal es la compenetración que incluso «comprende sus versos». Ciertamente hay mascotas que merecen el calificativo de «bellas personas», pues ofrecen cariño sin esperar más que cariño a cambio, son leales, no juzgan, no mienten, no engañan, y especialmente para quien vive sólo, son tan importantes como una persona.
    Muy bien transmitido ese amor por esos miembros de la familia de cuatro patas.
    Un beso.
    Carme.

  11. Martín Zurita

    Hola, Patricia.
    Un gusto lo es para mí que te acerques por este mi humilde rectángulo. Y un gusto doble, si cabe, que hagas un comentario tan… Eso de «rabos móviles por donde les sale las risa» es de patente, me lo apunto pero ya en mi cuaderno de hallazgos. Estoy de acuerdo, los canes tienen siempre las orejas bien atentas y escuchan a la medida. Y con todos los respetos a los psicólogos, donde esté un buen perro… Ha sido un placer. Un beso muy fuerte.

  12. Martín Zurita

    Mi querida, Carme.
    «No juzgan, no mienten, no engañan». Como no van a ser los perros bellas personas. Y saben estar donde hace falta brindando compañía de la buena: la que resume las cualidades que acertadamente destacas en los canes: lealtad. Palabra que también mencionas. Cuánto nos queda que aprender, sobre todo a aquellos que podrían hacernos la vida más placentera. Los perros son amor, como igualmente apuntas. En su haber no cabe mayor caudal. Ha sido un gran placer leerte porque se me despejan ciertas dudas, ya sabes. Y porque te tengo en aprecio. Cuida tu garganta. Un beso así de grande.

  13. Antonia Garcia Lago

    Me ha encantado la metáfora de la cebolla licuada. Cebolla y Hernández van ligadas para mí. Y ser niño entre los niños me evoca a Platero, así, que esa parte tierna y poética es lo que destaco de esta historia tan sentimental y tierna.
    Suerte y abrazo.

  14. Martín Zurita

    Hola, Antonia.
    Qué agudeza la tuya. Y perdona por la demora en la respuesta. Pues te aseguro que no los tenía en mente, pero inconscientemente seguro, a la hora de escribir el texto, porque son dos altísimas cumbres, no ya de nuestra literatura sino de la universal. Tu comentario vuelve al relato mejor. Muchas gracias por él y un beso muy fuerte.

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