67. Convergencia
Existe una península en el hemisferio de las promesas donde, cada solsticio de verano, la tierra libera el calor acumulado durante el año y, en una genuina contracción, pliega sus entrañas.
Las llanuras y mesetas se acercan como las páginas de un libro al cerrarse, para mezclar las palabras y los sueños que se expanden por sus rincones. Las cordilleras del norte y del sur encajan sus cumbres en una certera dentellada hambrienta de tormentas.
Y en lo más alto, donde la luna contempla su noche más larga, esperan un hombre y una mujer anclados a sus puntos cardinales.
Ella lleva el brillo del sol en los ojos, y al primer roce prende en llamas la hojarasca de los bosques boreales con la que él cubre sus manos. Y así, desnudos sus cuerpos, arde el deseo a fuego lento en un rito ancestral.
El tiempo apremia en la piel y surca los caminos del placer, hasta que el último gemido agrieta la roca que los sostiene para dejarlos caer a una distancia infinita.
Con el alma tatuada de pasiones, los amantes aguardan en su playa un nuevo temblor, mientras miran un horizonte que siempre se dibujó en direcciones opuestas.
Hay personas destinadas y condenadas, todo al mismo tiempo. Designadas para unirse, al tiempo que abocadas a la separación. A veces las circunstancias se convierten en muros infranqueables. Pero si una cosa es tozuda la otra también. La naturaleza explota y logra que una vez al año la fusión que tanto se anhela se desate, sin escatimar energías, hasta que el torbellino desemboca en una calma aparente que solo es un paréntesis.
Un relato lleno de hermosas metáforas, con una pareja de seres humanos que congenia. Son solo una pequeña parte de un conjunto, que se rige por unas leyes físicas semejantes, no muy distintas a las de las montañas. Al mismo tiempo, es un milagro que se produce y que, no por repetido, resulta menos único y valioso.
Un saludo y suerte, María
Las imágenes, tan bien escogidas, que utilizas para narrar esta historia de deseos humanos convierten al relato en una caja de música donde cada nota es la precisa para que suene la melodía.
Mucha suerte.