11. COSAS DE FAMILIA (Ángel Saiz Mora)
Observo mis uñas, deterioradas por el trabajo manual, en otro tiempo radiantes.
Pese a las penurias, me hice cargo de una sobrina, huérfana tras un bombardeo. Con ella y mi hijo adolescente, cargada de sacos de semillas, busqué cobijo en la antigua casa de labranza de los abuelos, casi inaccesible entre montañas. Mi marido eligió quedarse, convencido de que contribuiría a una victoria que daba por segura.
El viejo pozo estaba intacto. En el invernadero pronto crecieron hermosas hortalizas, ajenas a la escasez de las ciudades. Cuando la guerra se volvió química, infectó a los supervivientes urbanos de enfermedades letales y altamente contagiosas.
Un día descubrí una figura contaminada que se acercaba peligrosamente. Corrí hasta él para impedirle el paso con una azada, consciente de que ya no podría volver. Estaba irreconocible, menos por sus ojos, los mismos de nuestro hijo, los que estoy segura que heredará el bebé que él y su prima esperan.
Detenida la intrusión, desde lejos les grité que no llorasen. Están mejor con una boca menos. La tierra es generosa, sabrá mantenerles y pronto me acogerá a mí, pese a estas uñas deslucidas y la piel llena de ronchas.
Un gran relato, Ángel, el que nos permites leer. La recia mujer que prefiere sacrificarse, siguiendo su instinto, para así salvaguardar el futuro de los que sólo ella ha conseguido sacar adelante. Por otro lado, da la impresión de que resulta imposible para muchos poder escapar de ese destino contra el que nada podemos, representado, en este caso, por el marido que regresa. Enhorabuena y suerte. Saludos.
Una mujer sacrificada, práctica y generosa, que no duda en ofrecer su propia vida como dádiva si ello supone preservar la esperanza en medio del cataclismo, habida cuenta de que para su marido no sólo no había salvación, sino que traía con él una sentencia segura para todos.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo, Jesús
Hola, Ángel.
El paso del tiempo y la guerra fundada en la contraposición del mundo urbano y el rural. Una mujer de protagonista, que se defiende y asimila los reveses. Y esos inquietantes ojos. la muerte que se sabe y la que se intuye. Un escenario plausible aun a corto plazo. Me agrada tu texto. Un abrazo fuerte.
El mundo rural como refugio del urbano, la vuelta a los orígenes para limpiar la podredumbre de una civilización mal entendida. Una heroína anónima, responsable de que, a pesar de todo, la vida siga y todo pueda recomponerse, es de esperar que aprendiendo de los errores.
Agradezco mucho tu visita y tu comentario.
Un abrazo, Martín
Ángel, original tu micro. El tratar el tema de las enfermedades infecciosas provenientes de la ciudad (¿has querido cargar de negatividad lo urbano, tal vez?) y que atemorizan al saludable pueblo me parece muy acertado. En este caso, la mujer entrega su vida para que su hijo y el futuro nieto no mueran. Todo un sacrificio, sin duda.
Un abrazo.
María José
Si alguien sabe de sacrificios y generosidad auténticas son las mujeres, tanto más las rurales, acostumbradas a brear con mayores dificultades si cabe. En el caso de la del relato, se simboliza en sus uñas, machacadas por el trabajo, el paso de la sociedad urbana al medio físico, en contacto con la naturaleza, tan exigente.
Muy agradecido por tu lectura y un abrazo, María José
Por desgracia, si tenemos en cuenta la trayectoria humana, parece inevitable una situación como la que planteas, algo que se repetiría de forma cíclica, bien por el planeta, que de alguna manera expulsa así a unos individuos molestos y de alguna forma sobrantes, como por la misma naturaleza dañina y cainista de los hombres. Esperemos que sepamos aplicar y hayamos aprendido aquella máxima de «los pueblos que olvidan su Historia están obligados a repetirla», para que no suceda.
Muchas gracias por tus palabras, Ana. Un abrazo
Menudo relato nos regalas, Ángel. Tu protagonista es de esas mujeres que sacan todo lo que tienen dentro, y más, para sacar a su familia adelante. La firme decisión de alejarse del horror de la ciudad en guerra, sacar fruto de la tierra para dar de comer a los suyos y, por último, inmolarse para proteger lo que todavía tiene salvación y puede protegerse. Impresionante, me ha encantado. Un beso grande.
Como bien dices, qué haríamos, qué hubiera sido de todos nosotros sin mujeres capaces de dar todo lo que tienen dentro, que es tanto, sin pedir contraprestación ni buscar protagonismo, de una forma decidida y efectiva. No es extraño que las muñecas matrioskas, que tanta vida albergan en su interior, capaces de multiplicarse, sin importarles hacerse cada vez más diminutas, sean femeninas.
Me alegro mucho de que te haya gustado.
Otro beso grande para ti.
Muy buen relato que mezcla el mundo rural con un futuro apocalíptico. Costumbrismo y ciencia ficción. Al final, la mujer, opta por la supervivencia de su estirpe
Cuando la locura de los hombres alcanza su grado máximo sólo puede haber una salida, que no es otra que retroceder, volver a la tierra de la que salimos, tratar de comenzar de nuevo si ello es posible. Al igual que desde el principio de los tiempos, las mujeres son decisivas.
Has sintetizado estupendamente la esencia del relato.
Muchas gracias por pasarte y un abrazo, Paloma
Una mujer curtida, valiente, generosa… Una historia que te hace sentir el impacto de una guerra química que contamina y destruye la humanidad, contrastando con la calma rural, donde la naturaleza brota al mínimo mimo y cuidado.
Un sacrificio más en su vida por el bien de su estirpe. Una tierra que seguro la acoge como una gran heroína.
Fantástico relato, entregado en imágenes, en palabras que van creciendo en intensidad. Una historia muy bien contada con un final que sobrecoge.
Un abrazo enorme querido Ängel.
Para generosidad la tuya, tanto en tus atentos comentarios como, sobre todo, en las palabras que generosamente compartes con todos, sin pedir nada a cambio. Va a tener razón aquel que dijo que las mejores cosas de la vida son gratis.
Ahí va otro abrazo enorme para ti, Belén
Tras todo lo leído, muy bueno por cierto; este relato futurista es como agua fresca, y eso que la historia se las trae.
Como tú creo que se sobrevivirá en el campo, a lo que sea, como se ha hecho siempre. Al cuidado de las plantas y los animales, que son como de la familia.
No necesitas suerte, pero suerte!!!
Y felicidades
Siempre hay bueno en ENTC, y lo que queda, que entre otras grandes plumas aún ausentes, faltas tú por sumarte a la propuesta. Dada la calidad que hay, en mi caso sólo aspiro a que mis letras estén por aquí con algo de dignidad, ya que destacar es tan difícil. A medida que avanza la supuesta evolución, también lo hacen las ciudades, en detrimento del campo y todo lo que suponga estar cerca de la naturaleza. Por suerte, si se la trata bien, la tierra es generosa, como piensa esa protagonista que he imaginado.
Muchas gracias por tu amable comentario, Luisa. Un abrazo
Una mujer con buenos sentimientos, a quien las circunstancias obligan a ser práctica, tajante incluso, para preservar la escasa esperanza de vida y de regeneración que parece quedarle al mundo. Si no estaba preparada para tan duras pruebas, con sacrificio personal incluido, supo adaptarse rápidamente, lo cual tendría aún más mérito.
Muchas gracias, Juan. Un abrazo
Me gusta el contraste que plantea esa contemplación de las uñas: radiantes en otros tiempos; deslucidas ahora por el trabajo manual de la mujer. Terrible la decisión que se ve obligada a tomar: esa «intrusión» que ella detiene con su azada, no es otra que la de su marido que vuelve del frente de batalla, pero peor: al igual que él, ella tampoco ha sido inmune a los efectos de esa guerra química que pronto se la llevará y no quiere que eso le pase ni a su hijo ni a su futuro nieto.
Desgarradoras, ÁNGEL, estas «Cosas de familia» que nos contás.
Cariños,
Mariángeles
En situaciones extremas, donde la supervivencia y el pragmatismo es lo único que importa, las cosas pueden volverse dramáticas, incluso en las mejores familias. Sólo hay que desear que la sinrazón humana no alcance el punto de propiciar un mundo como éste.
Agradezco mucho tu atenta lectura y tu detallado comentario.
Un abrazo muy grande, Mariángeles
Buen relato Ángel, ojalá que crezcan todas las hortalizas que la tierra ni las manos que las trabajan vean o lleguen a situaciones como estas…
¡Qué imaginación tienes! Será cosa de familia, quizás
Besicos
Si tratamos bien a la tierra, ella también lo hará con nosotros. Por desgracia, sabemos que podemos ser perfectamente capaces de llegar a realidades como éstas, pero ojalá se queden siempre en los límites de lo imaginado, que pensemos que puede suceder, para que no ocurran nunca.
Muchas gracias, Carmen. Abrazos
Ya me perdonareis, pero os veo de un optimismo desbordante—y digo os veo porque he leído algunos de los comentarios y abundan los apocalípticos y sin vuelta atrás. En fin, yo no quiero pecar de lo contrario porque es verdad que no corren buenos tiempos para la lírica, pero guerras ha habido desde el Bing Bang y aún siguen por ahí Mortadelo y Filemón haciendo sonreír a grandes y chicos. Y aunque es verdad que no aprendemos de los errores, me quedo con el canto a la heroína de tu relato. Quizá tendríamos que copiar más los hombres a la hora de ser héroes con cabeza y no tanto con la fuerza. No sé quién dijo que el Mundo se salvaría si estuviera gobernado por mujeres.
Suerte Ángel
José Luis, no puedo por menos que estar de acuerdo contigo. Es mejor pensar que el apocalipsis no se va a producir, que se saldrá adelante con los problemas de una forma o de otra, y que, pese a todo, siempre estarán los personajes de Ibáñez para hacer sonreír. También comparto tu opinión, más cabeza y menos fuerza, posiblemente un matriarcado nos iría mejor.
Muy agradecido por tu comentario, y gracias
Hola, Ángel. Tu relato rescata la fuerza de la madre coraje y, realmente, esta fuerza es una de las más poderosas. La vida siempre va hacia delante, suele decirse, y encuentra la forma; en este sentido tu relato es un canto a la esperanza. Enhorabuena.
Hasta en en un mundo con nulos resquicios para la alegría duro y terminal, puede haber motivos para la esperanza si aún quedan las personas adecuadas, y esta mujer, que sabe tomar las decisiones adecuadas sin titubear, es una de ellas.
Gracias por tu amable comentario, Manoli. Un saludo
Con un solo personaje, haces un recorrido por las diversas situaciones que rodean la vida rural desde el trabajo manual de antaño, hasta la terrible contaminación destructiva de la guerra química.
Suerte y un saludo afectuoso.
La naturaleza y las mujeres juiciosas pueden contribuir, sin duda, a que nunca lleguemos a una situación así.
Muchas gracias, María Jesús. Un abrazo
Una situación angustiosa y una mujer guerrera perfectamente retratadas por tu escritura exquisita de siempre.
En situaciones límite las personas puedne llegar a sacar lo mejor de sí mismas. Muchas mujeres llevan en sí una capacidad de juicioso liderazgo que, si es necesario, sacan a relucir.
Muchas gracias, Edita. Abrazos
Menuda historia te has sacado, amigo. Me ha sorprendido bastante el giro que toma el argumento en relación a lo que yo al menos esperaba, esto es, un drama rural ambientado en la guerra civil. Pero en el tramo final nos encontramos con una historia futurista dotada de tintes apocalípticos, si bien encaja perfectamente, eso sí, en la definición de drama, tanto por su desenlace como por la historia que deja pendiente de contar, aunque esbozada, arriba entre las montañas.
Enhorabuena, Ángel. Fantástico como siempre.
Un fuerte abrazo
Ya sabes, Enrique, que todo está escrito e inventado, o eso nos dicen y nos parece, lo cual no quita para que dejemos de intentar ser algo originales, lograrlo ya es otra cosa. La guerra siguiente hace pequeña a la anterior, suele ser es así. Por fortuna, siempre queda un resquicio de esperanza, un motivo para volver a empezar, a ver si a la siguiente, ya de una vez, aprendemos.
Muchas gracias por tu amable e interesante comentario, amigo.
Otro abrazo fuerte para ti
Hola, Ángel.
Me he quedado emocionada, sorprendida y satisfecha con este micro que me ha parecido una maravilla. El munco rural, las armas químicas y una mujer que antepone el bienestar de los suyos a su propia vida. Guau, qué historia tan bien llevada, con un final duro, pero hermoso a pesar de esas uñas desconchadas y cargadas de bondad.
Suerte, amigo Ángel y enhorabuena.
Un abrazo enormísimo.
Para satisfacción la que a mí me producen tus palabras, no sólo la de este comentario, que por supuesto también, sino todas las que escribes. Has desgranado con generosidad la esencia que traté de transmitir. Tanto cuando el mundo se acaba, como cuando parece que todo será eterno, hay que tener en cuenta la sensibilidad y buen hacer de las mujeres sensatas. Yo, por ejemplo, tengo la suerte de que me lea una que tiene sobrenombre de personaje de película.
Me alegro mucho de que te haya gustado, Towi. Muchas gracias por todo
Te mando un abrazo de los grandes.
Equilibrio y fuerza, amor y sacrificio, conceptos grabados a fuego en el ADN de esas mujeres que, sin dudarlo, dan su vida, poco a poco o en un suspiro, por los suyos. Gran relato que aúna apocalipsis y renacimiento, con un halo de esperanza que da el volver a nuestras raíces, la tierra. Enhorabuena, Ángel. Abrazos.
Apocalipsis y renacimiento, y, como parte fundamental de este último, la vuelta a las raíces, renacer de las cenizas en busca de una nueva oportunidad, con las mujeres como eje fundamental de una nueva era posible.
Muchas gracias por pasarte, Salvador. Abrazos
Emocionante y tremendamente visual la inmolación de esa mujer doblemente generosa, que con su sacrificio preserva un futuro y alivia la condena de su marido acompañándolo hacia una muerte segura.
Es una auténtico placer leer las historias que imaginas con ingenio y desgranas con oficio, como la de esta novela pequeña narrada en primera persona que nos dibuja un holocausto más que posible, del que has sabido extraer la generosidad que también encierra la condición humana.
Un magnífico relato, Ángel. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Generosidad y sacrificio, dos virtudes que quizá no sabemos que tenemos dentro, pero que pueden aparecer si la vida, esa carrera de obstáculos a veces motivadora, nos pone a prueba. No rendirse, luchar hasta el último minuto, tomar las decisiones más objetivas y correctas, revisten de dignidad una existencia, hacen que haya valido la pena. Nunca hay que perder la esperanza, ni ante un holocausto.
Agradezco mucho tu lectura atenta y tus amables palabras.
Muchas gracias, Antonio. Otro abrazo fuerte para ti
Final de película, perfectamente razonado por el espíritu práctico de esa mujer que tiene claras las prioridades de la especie y la familia. Como siempre apuntando alto con esa calidad que te caracteriza, esa visión humana de las cosas y esa capacidad de imaginar de modo mágico situaciones tan aparentemente cercanas. Un abrazo fuerte, genio.
Ya está. Decidido. Voy a guardar tu comentario para echarle un vistazo en esos momentos bajos que a veces me visitan sin que nadie les haya invitado. Muchas gracias, Eva, grande y generosa siempre.
Otro abrazo fuerte para ti, campeona
Dura realidad la que nos muestras, a pesar de todo ese esfuerzo. «Una boca menos». Muchas veces escuché de pequeña esa manera de consolarse las familias, o de comentar el ajeno.
Besicos muchos.
Hay veces que la realidad se empeña en ensañarse con las personas, haciendo que eso de «Dios aprieta pero no ahoga» se quede en una simple frase.
Agradezco mucho tu visita, Nani.
Besos también para ti
Admirable, Ángel, la forma en que nos has narrado y presentado a esta mujer madre coraje, superviviente a las penurias y a la guerra química.
La imagen de las uñas, muy visual, forma el arco de la historia.
Suerte y saludos cordiales.
Una madre coraje, sin duda, aunque nadie es capaz de sobrevivir a todo. A menudo, como en el ajedrez, es necesario sacrificar alguna pieza en pos de un fin mayor.
Muchas gracias por pasarte, María Jesús. Saludos también para ti
El espíritu de supervivencia ganando ante situaciones límite,dividiendo el amor por la mitad y dando lugar a que de un gajo vuelva a crecer.Muy bien narrado,conmovedor Angel, SALUDOS!
La supervivencia es lo que motiva la fuerza práctica de esta mujer, queda sintetizada en esa palabra el motor que la impulsa. A veces no queda otro remedio que elegir entre lo malo y lo peor.
Muy agradecido por tu amable comentario, Marcela. Saludos
Qué mujer la que nos regalas, Ángel. Tu relato tan hermoso y tan bien contado, me ha llenado de ternura… perdió las uñas, la lozanía, la vida… se dio entera en este mundo cruel cuyo futuro es ahora, tan incierto. Muchas felicidades y mucha suerte!
Las uñas vienen a ser el símbolo del cambio en un tiempo extremo, en el que se pasa de la preocupación por lo nimio a la derivada de la supervivencia.
Muchas gracias, María. Un abrazo
Ángel, precioso relato. La mujer saca fuerzas para sacrificar su vida para salvar a su familia no contaminada. Muy valiente.
Muy buena historia.
Un abrazo
La necesidad contribuye a forjar personas recias y sacrificadas. Este relato es ficción, y que no suceda nunca, pero la mayoría de nuestros padres y abuelos serían buenos ejemplos de ello.
Muchas gracias por tu amable comentario, Blanca.
Un abrazo
Ángel, esta ficcion realidad caminan paralelas y bien argumentadas. Suerte y saludos
Sólo quedaría pedir que, en este caso, la ficción no se convierta en realidad, que nunca lleguen escenarios tan extremos, porque con el ser humano todo es posible.
Gracias por tu comentario y saludos también para ti.
Magnífico, qué relato más especial y emotivo, Ángel.
Nos presentas la historia con un título «cosas de familia», muy trivial, como si en esta pasase lo que en cualquier casa de vecino… pero al encontrarnos con esa uñas, ya vemos la intención, 😉 Además, en tus últimas líneas vuelves a delatarte… el final de la madre está muy cerca, sus uñas siguen igual de feas, pero esas ronchas en su piel…
Realmente bueno.
Un abrazo, y ¡¡¡suerte!!!
En cualquier familia pueden suceder las cosas más variadas, si a ello se añaden unas circunstancias extremas, el resultado puede llevar a situaciones insospechadas. En medio de ese mundo implacable, que obliga a la protagonista a tomar drásticas decisiones, la preocupación por las uñas representa la lejanía de un tiempo en el que su cuidado tenía importancia, una época mucho más apacible.
No sabes cuánto me alegro de que te guste, Rosy. Mil gracias por tu amable comentario y un abrazo
Uff, vaya dramón que te has montado, Ángel. Sin duda da para un relato breve. Suerte.
«Dramón» define bien este texto, aunque también es cierto que, dentro de la desolación casi total, deja una puerta abierta a la esperanza con la supervivencia de la pareja y la futura llegada del bebé. Podría sintetizarse más, como también, posiblemente, alargarse con nuevos detalles.
Agradezco mucho tu visita, Javier. Un abrazo fuerte
La guerra se lleva tanto, hace tanto daño. Tú micro me impacta y me recuerda historias de la guerra civil, de mi abuela y de un abuelo al que solo he podido conocer a través de las palabras de mi padre.
Es triste, pero es bonito.
Suerte, Ángel.
Un saludo.
La guerra pone al ser humano al límite, extrae de cada uno acciones que en otras circunstancias ni se hubieran planteado. Una vez que comienza, nunca se sabe cuándo ni cómo podrá terminar. El lógico y legítimo afán por sobrevivir puede tener imprevisibles consecuencias.
Gracias por tu visita y un saludo, Inés
Me gusta, por mucho de lo dicho por los compañeros y, por como se van desencadenando los avatares de esa mujer que tiene que guerrear para sacar adelante a la familia. El final te abre un mundo nuevo.
Abrazos enredados en suerte.
Una mujer guerrera y luchadora como pocas, que hubiera querido otras circunstancias, pero a quien le cayeron encima las más terribles y hubo de tomar decisiones no menos complejas y dramáticas. No todo es tan tajante, pues si es cierto que ella eligió desaparecer para que algo siguiera, a partir de ahí, como bien dices, se abre un mundo nuevo.
Gracias por tu comentario, María. Abrazos también para ti
Hola Ángel, esperaba un relato amable y apacible, que es como te veo siempre a tí. Sin embargo me he encontrado con un mundo en guerra, con una familia rota, una mujer heróica y sacrificada y la tierra ajena a tanta sinrazón de los humanos ofreciendo sus frutos, fértil y generosa.
Siempre nos traes buenísimos relatos y en este casi una lección de vida, para tomar nota y no llegar jamás a nada parecido.
Como sabes no tengo mucho tiempo de acercarme a leer y comentar, pero hoy he disfrutado de verdad haciéndolo.
Un abrazo.
Creo que es posiivo tratar de tocar todos los palos, para no caer en el riesgo de encasillarse. Es lo bueno de la escritura, que permite crear una variedad de mundos casi infinitos. Si he logrado sorprenderte un poquito me alegro por ello. En este relato traté de que se apreciase aquello de que el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, sobre todo cuando le ponen en el límite.
Ya sé que andas mal de tiempo, por eso agradezco más si cabe tu visita, tu amable lectura y tu atento comentario.
Gracias otra vez y un abrazo, Asunción
Un relato duro, pero contado sin dramatismos. Con una voz casi aséptica. Esta mujer tiene un gran sentido práctico. Y sacrifica su vida por mantener la del resto de su familia. Ha logrado sobrevivir y mantenerlos con vida. Y cuida de ese pequeño milagro hasta el final. Se ofrece sin aspavientos, lo que lo hace más conmovedor aún. Enhorabuena y suerte, Ángel.
Has dado de lleno en una de las principales características de este personaje: su sentido práctico. La protagonista sabe que es lo único que puede hacer que ella y los suyos tengan una oportunidad de supervivencia en medio de esa locura. Dejarse llevar por sentimentalismos o por la debilidad de un momento puede suponer la diferencia entre la vida y la destrucción. La realidad ya es de por sí bastante dramática, sólo una cabeza fría y generosa puede tratar de adaptarse.
Mil gracias por tus palabras, Patricia. Poco importa que se muestren en un relato o en un comentario, siempre dejan la mejor impronta.
Un abrazo y gracias de nuevo
Caray Ángel, intrépida tu mujer rural, desde luego arrestos no le faltan.
Un relato muy rico en imágenes y con una carga imaginativa bien grande.
Me ha gustado.
Suerte y un abrazo.
Una mujer que sabe qué hacer en cada momento, sin bloqueos ni titubeos, por difícil que sea la decisión a tomar. A mí me gustaría tener las cosas tan claras, aunque sin llegar a esas circunstancias extremas, claro.
Me alegro mucho de que te guste, Tu criterio, al igual que tus letras, merecen siempre una admirada consideración.
Mil gracias, Yolanda. Un abrazo