CRÓNICA DEL DESAMOR
Por mucho que te empeñes, el color no va a volver. Le dijo su madre a media tarde cuando, entre lamentos, ella le habló de la relación que un día inició entre la ceguera y el desatino. La sentencia despedazó su corazón como la flecha del arquero suizo. Se ovilló como un gato en invierno y, aunque el reloj se esmeró en marcarle los pulsos, no fue hasta bien entrada la madrugada cuando intentó deshacer los nudos con los que a sabiendas se había inmovilizado.
En su noche de sueños inquietos y delirantes, buscó sin éxito el lugar de su cerebro donde permanecía secuestrado el color de la libertad.


Mucha fuerza expresiva en esta historia de frustración. Pocas sensaciones son más descorazonadoras que la de una entrega total que no tiene correspondencia. Es normal que tu protagonista lo vea todo gris. Solo queda desearle que el tiempo coloree tanta oscuridad que oprime y aprisiona.
Me alegra volver a leerte por aquí, Mercedes. Espero no haber errado mucho con mi pequeña interpretación.
Un abrazo y suerte.
Tú nunca te equivocas, querido Ángel. Un abrazo y buenísimas noches para ti.