84. Cualquier día
Mi padre fue viajante de comercio. Succionaba colillas de Ducados, sudoroso, ausente. Mi madre siempre estuvo sola, fundamentalmente tras conocerle. La pobre lloraba sobre llorado.
–Siempre estaré contigo –recitó él en el altar.
La mañana siguiente salió a hacer la ruta de la Sierra Norte.
–¡Cualquier día me largo con el primero que pase! –repetía ella, ignorando que yo observaba.
Solía espiarla porque había escuchado a dos tipos jurándose que tenía aquel cuerpo porque era una zorra. A mí me parecía una madre bastante normal, pero necesitaba descubrir si disimulaba.
Así andábamos cuando apareció aquel viajero. Mi padre estaba fuera. Yo hacía divisiones y mamá limpiaba la barra, sorbiendo mocos. El tipo tenía no sé qué aires de buscavidas, canoso, moreno, barbudo. Pidió café. Dio coba a mamá, preguntándole por qué lloraba. Le dijo que era hermosa como su primera novia, con tacto, nada grosero. Mamá sonrió. Siguió soltando tonterías, que tenía aroma a orquídeas y manos de pianista, y ella soltó la bayeta…
Entonces, subí corriendo al apartamento. Minutos después, bajé y aguardé expectante algún indicio de movimiento. Ellos me observaban sin comprender qué hacía allí plantado con mi vieja maleta, inquieto, como si fuera a perder algún tren.
Nos muestras en esta escena como de otro tiempo ( para mí, está teñido de ese aire mísero y viciado sobre el que transcurría la vida en cualquier pueblo o barrio popular español de los sesenta) la inocencia de ese chaval, aparentemente con escasa luces, aunque deseoso de largarse, él también, con ese primero que pase. Suerte, Salvador. Saludos.
Hola, Jesús! NO andas descaminado. La escena se sitúa en ese ambiente y época, aunque, ¿por qué no?, también podría ser actual… Algún «ayudante» cercano me ha dicho que el final no se entendía del todo bien y he hecho alguna pequeña modificación. Espero que ahora se capte mejor las inquietudes de ese niño que tenía tantas ganas de largarse como su madre… Muchísimas gracias por comentar. ¿Has participado? Buscaré el tuyo a ver qué tal. Un fuerte abrazo.
Bonita Historia. Suerte en nuestra casa Enteciana!!!!
Hola, Arantza! Muchísimas gracias por el cálido recibimiento! Ya siento el venenillo enteciano corriendo por mis venas, susurrándome que no piensa largarse… jajaja. Como decía a otro compañero, algún «ayudante» cercano me ha dicho que el final no se entendía del todo bien y he hecho alguna pequeña modificación. Espero que ahora se capte mejor las inquietudes de ese niño que tenía tantas ganas de largarse como su madre… Muchísimas gracias una vez más. UN beso y suerte a tod@s!