Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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85. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

Estaba acabando de vaciar el viejo armario, pues mañana nos traerán el  nuevo, y me he abstraído. Mi mente navega por las etapas vividas. Algunas, a veces, te parece que duran mucho, y quieres avanzar y que vayan más rápido. Pero al final pasan como un soplo, y no vuelven. Su adolescencia me hace echar de menos otros tiempos, cuando los padres éramos los héroes (“¡Mamá, dame un besito!”) y no los villanos (“¡Ya te he dicho que recogeré la habitación luego!”).

En el fondo del últmo estante aparecen los circuitos de bolas. Me asoma una sonrisa inevitable al recordarnos montándolos sobre la alfombra. Y me pregunto por qué no jugamos más con ellos, al descubrir una caja con piezas de colores sin estrenar.

Suena el telefóno y me devuelve al presente.

–Mamá, ¿me puedes venir a buscar más tarde? Se han añadido ahora dos amigas y lo alargaremos un poco. Si te va mal se lo pediré al padre de…

–Claro que sí, cariño. Llegaré alrededor de las nueve.

Lo que sea por seguir formando parte de su vida. Aunque en esta etapa toque hacer de chófer.

6 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Ningún padre o madre tiene la preparación que requeriría el cambio radical, por natural que sea, que supone el paso de la infancia a la edad adulta, con la compleja adolescencia como dura etapa de transición. De poco les sirve a esos padres pensar que ellos hicieron lo mismo en su momento, toda psicología y autoconvencimiento, en este sentido es poco. En medio de todo, el recuerdo grato y doloroso por una niñez, previa a tener que lidiar contra las hormonas desbocadas.
    Un abrazo y suerte, Carme

    1. Ay, esas hormonas…! Suponen un gran cambio para los hijos, pero también para los padres que, a pesar de haber pasado por ello con los roles cambiados, no deja de «doler» como dices esa relación anterior que ya no va a volver. Pero la vida es evolución, y todas las etapas tienen sus partes buenas!
      Muchas gracias por tu comentario, Ángel (con tu generosa dedicación pasas a dejar tus comentarios en ENTC, y a mí siempre me alegra mucho recibirlo).
      Un beso,
      Carme.

  2. Ay Carme! Cómo me suena todo eso! Lo has expresado tal cual lo vivimos muchos (no creo ser la única que se siente identificada), incluyendo esa añoranza de los juegos infantiles o de los besos (¿por qué les costarán tanto a cierta edad?).
    A mí apúntame una gorra de chófer también, jejeje.
    Un abrazo y mucha suerte.

    1. Es posible que más de uno/a se identifique con la situación… y con la gorra de chófer! 😀
      Su infancia es otra etapa en la que nosotros podemos disfrutar de nuevo con juegos infantiles (además, los juguetes van evolucionando con los años y en cada ciclo son otro mundo!)
      Me alegro de esa identificación, que nos lleva a sentir un poso de «saudade» – y a tener ganas de darles un abrazo!
      Muchas gracias por dejarme tu comentario, Ana María.
      Un beso,
      Carme.

  3. Rosalía Guerrero

    Pues aquí otra madre de adolescentes que se identiica con tu micro, Mari Carmen,aunque en mi caso el que hace de chófer es su santo padre.
    Un abrazo y suerte.

    1. Muchas gracias, Rosalía, por pararte a dejar tu comentario.
      Creo que sí, que somos multitud los que recuerdan la infancia de los hijos con saudade, especialmente en su adolescencia (y pasamos a usar esa «gorra de chófer» que decía Ana María).
      Un beso.
      Carme.

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