72. CUANDO SE ROMPEN LOS SUEÑOS
Amanecía cuando Felipe se levantó para ir, como cada día, al trabajo.
Hacía tres años que había entrado en aquella empresa de prestigio para intentar hallar estabilidad.
Todo fue bien al principio. Le reconocieron su titulación, encontró un grupo de compañeros, que rápidamente se transformó en una cuadrilla de amigos con los que hacía planes los fines de semana.
Felipe no daba crédito. Había logrado su sueño vivir holgadamente de su vocación y desarrollar su carrera en un entorno feliz.
Pero un día sin que nadie lo esperase una empresa americana lanzó una OPA hostil y compró la empresa.
Y comenzaron a llegar directivos muy eficientes, que solo buscaban la productividad
Con ellos vinieron los despidos, vejaciones y enrarecimiento de la situación.
Y el que pudo se buscó otro lugar para no sentirse quemado.
Él fue uno de ellos, aunque tuvo que renunciar a su posición de privilegio y empezar de nuevo desde cero.
Pero allí jamás llegaría a ser tan dichoso como en su trabajo anterior.
Cuánta razón llevas, Gloria: trabajar en lo que te gusta y además disfrutar de un buen entorno social en él es algo que no tiene precio. Por desgracia, no es tan corriente como sería deseable.
Y por otra parte, un trabajo que te disgusta o un clima laboral tóxico —o ambas cosas juntas— pueden acabar con tu salud mental. No en vano pasamos gran parte de nuestro tiempo de vida trabajando.
Espero que al menos tu prota pueda ser razonablemente feliz en su nueva empresa.
Un abrazo y suerte.
Espero que así sea, Rosalía. Como dices casi pasamos más horas en el trabajo que en nuestras casa y todo el mundo se merece ser feliz. Muchísimas gracias, Rosalía por leer y comentar. Un abrazo
Es preferible ganar menos dinero, o no tener una situación de privilegio, que soportar una tortura diaria. Lo importante es intentar ser lo más feliz posible, lo demás solo son detalles. Tener una mayor capacidad monetaria a cambio de vivir en la amargura no compensa.
Siempre me alegra leerte, Gloria.
Un abrazo y suerte
Muchísimas gracias, querido Ángel. Tienes razón, querido compañero. Trabajar en un entorno tóxico a cambio de ganar más dinero tiene que ser terrible.Es como prostituirse, siempre te sentirás un producto en venta. Gracias, Ángel por tus comentarios siempre acertados. Un gran abrazo.
Hola, Gloria. Contás una situación difícil para alguien que disfruta trabajar y que ama su trabajo, porque no debe ser fácil para Felipe ni para nadie como él renunciar a ese trabajo que tan feliz lo hacía para evitar ser despedido por cuestiones administrativas que vienen «de arriba», que no contemplan ni la humanidad ni los sentimientos… Comparado con el lustre que tenía su puesto anterior, imagino lo opaco que le resulta su puesto actual, y la nostalgia que siente por el que perdió… Creo que a nadie, ni siquiera a los lectores, nos gustaría estar en sus zapatos…
Cariños,
Mariángeles
Muchísimas gracias, Mariángeles. Tienes razón. Los cambios laborales no queridos e impuestos por empresas sin alma son de los momentos más duros en la vida. Supone renunciar a la felicidad alcanzada, y eso es terrible. Gracias por comentar. Un abrazo desde este lado del Atlántico