41. Cuentos de miedo
Sentado en una esquina de la cocina, el niño escucha aterrorizado los truenos, con los ojos muy abiertos. Los rayos lanzan destellos azulados que empujados por ráfagas de viento, atraviesan los cristales. Iluminan los rostros de los tertulianos, que a la lumbre del fuego se le antojan demonios. Recuerdan leyendas de difuntos o historias de extrañas desapariciones y de orfanatos abandonados. Agitan con risotadas las calvas, las enormes narices y las cejas pobladas en rostros enjutos.
Con lágrimas y el corazón encogido, a punto está de romper a llorar cuando unos dedos enredan su pelo, templando el sudor frío de su cuerpo. Sesgando como hoja de acero afilada las sombras oscuras del infierno.
Me ha gustado especialmente la atmósfera y las descripciones de los personajes. Un final no menos rico en descripción y clima. Lenguaje rico y sugerente. Felicidades y suerte.
p.s. Quizás te pondría un pero, y es que los relámpagos o sea la luz no necesita viento para transmitirse, pero muy bien todo lo demás.
Me ha parecido muy poético. Creo que tiene mucha fuerza. Mucha suerte.
Me he colado en mi infancia cuando con la curiosidad propia de los niños no queríamos perdernos las historias o películas de miedo. De noche todo parecía mucho más terrible.
Me ha gustado mucho.
Muy tierno. Me recuerda mi infancia y los mimos de mi abuela.
Marta, esas sensaciones de la infancia tan frecuentes, nos las cuentas de forma clara y potica. Suerte y saludos
Cuantos miedos pasamos en la infancia. Ahora los vemos como algo lejano, un simple recuerdo, pero siendo niños los vivimos como auténticas escenas de cine de terror.
Un saludo
Rosa
Me ha parecido ver las sombras grotescas de los tertulianos deformadas por el resplandor del fuego y la tormenta. Un cuento muy visual que transmite el miedo de los niños en las noches de invierno.
La ambientación es cojonuda, Martita; puro expresionismo.
Si es que cuando eres niño, la presencia de un familiar cercano ahuyenta a todos los fantasmas. Suerte.
Durante toda nuestra infancia, Marta, siempre había algo que nos salvaba, una pared, una mano, un escondite o una madre. Muy bonito.
Un beso
Me hiciste recordar las carreras que me daba por el pasillo a oscuras de mi casa, hasta que llegaba al cuarto de estar donde estaban mis padres y ya se me quitaba el miedo. Como esos dedos que revuelven el pelo de tu niño protagonista.
Muy bien contado,
Saludos.
Gracias por vuestros comentarios. Asun, epifisis, Lorenzo, Raúl, Paloma, Rosa, Calamanda,Carme, Ana, Isabel, Juan Antonio y Antonia; gracias.
Mis propios miedos de cuando era niña me han llevado a escribir este relato. Y las tormentas hacían que todo fuese un poco más siniestro.
Un beso, sin temblores.
Magistral la descripción de ese miedo infantil. Me ha gustado mucho. Un beso
Todos hemos pasado por momentos así, y los llevamos en nuestras mentes. Tú has sabido sacarlos a la luz de una bonita manera.
Un abrazo y suerte