75. Cuerpos celestes
Pensamos que hubo vida en otros lugares diferentes a la nave nodriza. Lo sabemos por los seres binarios más longevos que viven sin cometido y con fecha de caducidad. Antes de retirarse a descansar en las cápsulas de regeneración, en los minutos previos al reposo, gimotean y se deshacen en suspiros. El desgaste emocional les obliga a caer extenuados, se duermen entre sollozos. A menudo, se reúnen ateridos de frío en la escalera de la torre de vigilancia. Con la vista perdida en la lejanía, divisan espejismos y sus ojos ávidos se llenan de paisajes imaginados. Hablan de colores extintos; granate, añil, púrpura, ámbar, turquesa, albaricoque y salmón, desparramados en jirones por un cielo azul desvaído alrededor de una estrella de luz cegadora. Nos cuesta entender su relato, pero condescendientes les dejamos hacer. A veces ríen, otras les invade la melancolía, sentimientos tan ajenos a nuestras costumbres. Por deferencia y respeto a las últimas criaturas perecederas, se les permite conservar recuerdos de tiempos antiguos. Cuando nos dejen, se irán con ellos esas imágenes insólitas y turbadoras que ponen en riesgo nuestra seguridad.
Mei, me encanta, esta es la Sadudade total, con los últimos humanos y esos colores extintos. Entiendo que la narradora es una IA, puesto que no es perecedera. Y que han ido muriendo los tripulantes terrícolas y se han quedado ellas al mando en la nave nodriza.
Muy original, te fuiste al futuro para poder echar de menos el presente.
Un abrazo y suerte.
Triste mundo en el que los colores han quedado extintos, salvo en la memoria de unos pocos supervivientes, al igual que otras sensaciones. Una civilización incivilizada, donde la imaginación es una reliquia que va a desaparecer más pronto que tarde.
Un relato distópico que ojalá pueda ayudar a concienciarnos para valorar y cuidar un poco más lo que tenemos.
Un abrazo y suerte, Mei
Gracias, Rosalía y Ángel por comentar.